La mujer explica que todo comenzó «un día que estábamos en la capilla y nos pusimos a cantar, mientras él estaba allí tumbado. De repente escuchamos que empezó a hacer ruidos y dijimos, anda, pero si este animal canta. Y desde entonces canta».
A trescientos cincuenta metros sobre el nivel del mar y en las estribaciones del Puig de Massanella se halla el Oratori de Santa Llúcia, un lugar desde el que se contempla una majestuosa panorámica de la localidad de Mancor de la Vall y sus alrededores, salpicados de lomas colmadas de pinedas.
Al pequeño oratorio medieval, datado en 1275, se le adosó durante el siglo XX una enorme construcción cuadrangular en la que, aparte de las instalaciones para las religiosas, hay un gran comedor con espectaculares vistas sobre el valle, así como cuarenta y dos habitaciones en las que se hospedan los que buscan el silencio de las alturas.
El recinto está destinado preferentemente a ejercicios espirituales de confesión católica y a cursillos de cristiandad, pero en algunas ocasiones acoge a luteranos miembros de la comunidad sueca que viven en Mallorca. Al finalizar 2018 en Santa Llúcia habrán tenido lugar ejercicios espirituales de seminaristas menores, un retiro de catecúmenos de Palma y actividades laicas como cursos de yoga y meditación, y también un retiro budista.
Desde 1973 habitan en el edificio religiosas de los Sagrados Corazones y en la actualidad son solamente tres las monjas que, ayudadas por dos trabajadores externos, atienden las necesidades diarias de la ermita.
1 comentario
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... ese pobre perro no canta... está quejándose de tanto ejercicio espiritual, budismo, catecúmenos y cantos religiosos... pobre animal