Sus vecinos han explicado en medios locales el comportamiento incívico de esta mujer. Paul Burford, que vive a 40 metros de su apartamento dijo haber escuchado su «canto errático de ópera» y que sonaba «como un gato que se está ahogando». Otra mujer que vive dos pisos por encima de la denunciada dijo haberla escuchado a pesar de estar viendo la tele con los auriculares puestos: «Cuando lo escuché por primera vez, me quité los auriculares y me acerqué a la ventana para asegurarme el ruido venía desde su piso, y así fue. Viene de ese piso constantemente».
La denunciada, Heather Webb, no compareció ante el tribunal. En declaraciones a la policía la acusada se limitó a decir que bastaría con cerrar las ventanas para que no hubiera problemas con los vecinos, pero este conflicto dura ya casi cuatro años.
Tras múltiples quejas, avisos y ahora denuncias, la mujer deberá guardar silencio durante dos años para no agravar el problema. La orden le prohíbe mantener una conducta que «cause alarma o angustia» y le impide «tocar música, cantar, gritar o crear ruido en un volumen que se pueda escuchar fuera de su propiedad».
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No le pueden prohibir cantar en su propia casa! Le podrían haber dado un tiempo para que se realicen obras básicas de insonorización, quizás el edificio tiene falencias al respecto (como todas las obras nuevas, con paredes que parecen de cartón), y recomendarle ciertas precauciones y horarios. Si no excede los decibelios permitidos no debería haber prohibición.