Ahora se cree que los responsables de dejar los pies y las piernas del chico ensangrentadas fue una colonia de piojos de mar, unos pequeños seres que habitan muchas costas alrededor del mundo, aunque sólo son potencialmente peligrosos los que habitan en latitudes tropicales.
Estos diminutos crustáceos, más conocidos en nuestro ámbito como pulgas de agua, pasan desapercibidos en el mar, y sus picaduras son molestas, incluso peligrosas. El caso ha despertado interés a escala mundial, potenciado por la investigación de campo que realizó en la playa el padre del joven.
Así, Jarrod Kanizay 'cazó' a algunos de estos minúsculos seres y grabó su comportamiento agresivo devorando trozos de carne, un vídeo que gracias a los medios locales australianos y a la BBC, entre otros, se ha viralizado.
Sorprendió el hecho de que Sam no se percatara de que lo estaban acribillando, hasta que salió del agua y vio la sangre, aunque esto también tiene una explicación. El hecho de que hubiera estado jugando a fútbol y que después metiera sus pies en las frías aguas oceánicas podía haber entumecido sus extremidades, haciendo que los pequeños mordiscos pasaran desapercibidos.
Tras unos días en el hospital y hacerse conocido en medio mundo, Sam ha vuelto a casa con sus extremidades inferiores vendadas y una curiosa historia que contar.
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