Los responsables del zoo aseguran que el traslado estaba previsto en junio y que se retrasó para que el animal se pudiera familiarizar con el proceso. La autopsia concluyó que la jirafa sufría neumonía y ansiedad, lo que le provocó dificultades respiratorias y daño muscular. La jirafa murió de un fallo cardíaco y de pulmón.
Desde el zoo también aseguran que no realizaron un examen de la presión sanguínea al animal antes de efectuar el traslado.
Chen Yu-min, director de la Sociedad de Medio Ambiente y Animales de Taiwan asegura que «este tipo de negligencias pueden ser evitadas» para salvar la vida de los animales.
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