Durante casi seis horas de sesión parlamentaria, únicamente PNV y Junts han expresado su respaldo explícito a los planes gubernamentales de reindustrialización vinculados al sector defensivo. Esta fragmentación política ocurre precisamente cuando Europa enfrenta lo que prácticamente todos los grupos, con la excepción de Vox, han reconocido como una situación de excepcionalidad en materia de seguridad.
El enfrentamiento entre Sánchez y Alberto Núñez Feijóo (PP) alcanzó niveles de tensión considerables, con acusaciones cruzadas que desviaron la atención del verdadero objeto del debate. «A usted la política se le queda grande», sentenció el presidente, mientras el líder del PP respondió sugiriendo que Sánchez necesitaba «un kit de supervivencia», en referencia a las recomendaciones de Bruselas ante posibles crisis.
Rusia inquieta en el tablero asiático
Mientras España debate internamente, y otros socios europeos avanzan sus planes de considerables inversiones en materia de defensa, el panorama internacional avanza a un ritmo acelerado. Las autoridades rusas confirmaron este jueves la organización de encuentros de alto nivel con Corea del Norte, incluida una futura visita oficial de Kim Jong Un a Moscú y un desplazamiento del ministro Sergei Lavrov a Pyongyang.
Estos movimientos diplomáticos se producen apenas una semana después de que Sergei Shoigú, actual secretario del Consejo de Seguridad ruso y anterior ministro de Defensa, visitara personalmente al líder norcoreano para agradecerle su «solidaridad» en el contexto de la invasión de Ucrania, un conflicto que ha redefinido las alianzas internacionales, y en el cual han participado tropas norcoreanas en la expulsión de los efectivos de Kiev infiltrados en Kursk.
Lo cierto es que el acercamiento entre ambas potencias ha experimentado un impulso significativo desde junio de 2024, cuando Vladímir Putin realizó una visita histórica a Corea del Norte que culminó con la ratificación de un acuerdo de cooperación militar. Este pacto genera profunda preocupación en Occidente por su potencial para alterar el equilibrio de fuerzas en la región asiática y sus posibles repercusiones en el conflicto ucraniano.
Tensión en las relaciones transatlánticas
En el otro extremo del tablero geopolítico, Donald Trump ha reavivado la polémica sobre sus intenciones respecto a Groenlandia. En unas declaraciones recientes al pódcast conservador «The Vince Show», el presidente estadounidense afirmó que la isla ártica resulta «vital» para la seguridad internacional y sugirió que Estados Unidos tendría que «hacerlo», en una ambigua pero inquietante referencia a una posible anexión del territorio.
Las reacciones no se han hecho esperar. El ministro de Defensa danés, Troels Lund Poulsen, ha acusado a Trump de escalar deliberadamente la controversia y de lanzar «amenazas ocultas» contra un territorio que forma parte de la soberanía danesa. «Tengo que distanciarme claramente de lo que considero una escalada de la parte estadounidense», declaró Poulsen a la televisión danesa TV2, calificando las palabras del mandatario estadounidense como «violentas» e impropias hacia un «aliado estrecho y cercano» como Dinamarca, miembro fundador de la OTAN.
«No vamos a permitir que los estadounidenses crean que pueden decidir cómo debe ser la Mancomunidad en el futuro», añadió el ministro danés, subrayando que cualquier decisión sobre el futuro de Groenlandia corresponderá exclusivamente a la Mancomunidad del Reino (formada por Dinamarca, Groenlandia y las Islas Feroe).
El dilema español
La situación en España refleja un complejo equilibrio entre las necesidades de seguridad colectiva y las realidades políticas internas. El incremento del gasto militar hasta el 2 % exigido por la OTAN representaría un esfuerzo presupuestario considerable, pasando de los actuales 13.437 millones de euros (aproximadamente el 1,2 % del PIB) a cerca de 26.000 millones, según estimaciones de expertos en economía de defensa.
En todo caso este aumento, defendido por el Gobierno como una «inversión en paz y seguridad», y que según Sánchez no tocará un céntimo de la inversión en gasto social, encuentra resistencia en varios de sus socios parlamentarios, especialmente en aquellos con sensibilidades antimilitaristas. Como muestra, diputados de Sumar, Podemos, BNG, EH Bildu y Esquerra arroparon el manifiesto del mundo de la cultura que en las últimas horas retomó el 'no a la guerra' frente al Congreso.
La fragmentación del apoyo político complica la implementación de una estrategia coherente precisamente cuando el entorno geopolítico exige decisiones firmes y consensuadas. El plan industrial propuesto por Sánchez busca capitalizar este esfuerzo inversor para fortalecer el tejido productivo nacional vinculado a la defensa, un sector que genera aproximadamente 300.000 empleos directos e indirectos en España y representa cerca del 1,5 % del PIB nacional, según datos del Ministerio de Defensa.
1 comentario
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REARME ....es la palabra exacta y que ESTÁ PROHIBIDA POR LA IZQUIERDA... 🥀