Imágenes de efectivos del Grupo Balear de Rescate, entre otros, durante el operativo de búsqueda de los hermanos Izan y Rubén en la localidad de Torrent, en Valencia. | RD

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La DANA de Valencia mantiene una estela de dolor y sufrimiento imposible de digerir. Vidas rotas, el dolor y la incertidumbre en la búsqueda de los desaparecidos y la desesperación e impotencia de haberlo perdido todo impregnan el día a día de las calles aún llenas de barro, escombros y coches que ha dejado tras de sí la catástrofe en las localidades más afectadas. El desconsuelo es incalculable entre todos aquellos que han perdido a un familiar, a un vecino o a un conocido y se hace extensible a los que se han acercado a ayudar a Paiporta, Torrent o Chiva.

Entre todas las historias personales que cobran protagonismo tras los fríos números de víctimas de la DANA de Valencia es especialmente cruel la desaparición de dos hermanos en Torrent: Izan y Rubén. Los pequeños de 3 y 5 años mantienen con el corazón encogido a todo el país en general y a los implicados en el operativo de búsqueda en particular ocho días después de que la gota fría azotara a la Comunitat Valenciana. Entre los efectivos de las labores de rescate y limpieza están implicados el Grupo Balear de Rescate y miembros de Protecció Civil de Sant Antoni de Portmany y todo el personal ya asume el peor desenlace.

Los hermanos de Izan y Rubén, de tres y cinco años, estaban en su casa cuando la tragedia golpeó con fuerza Masía del Juez, en la localidad de Torrent. La proximidad de un barranco propició que la fuerza del agua derribara parte de la casa en la que se encontraban los pequeños junto a su padre, y la riada se llevó a los niños.

Domingo López, que encabeza el grupo de Protección Civil de Sant Antoni, desvelaba en declaraciones a EFE que las tareas que están desarrollando son «muy complicadas», porque la zona «tiene muchísimo escombro, muebles y enseres de todo tipo», ya que la corriente se llevó casas enteras por delante. El barro y los sedimentos complican aún más el trabajo mientras explica que los dos menores «podrían estar enterrados bajo dos metros de material».

Los perros, especialistas en encontrar restos orgánicos, son fundamentales en un operativo de búsqueda que va más allá del lugar en el que desaparecieron Izan y Rubén cuando la DANA de Valencia desató toda su furia. Y es que la corriente podría haber arrastrado los cuerpos hasta cuatro o cinco kilómetros desde su vivienda, por lo que la zona de búsqueda es muy vasta y las labores podrían prolongarse en el tiempo. Una desaparición cruel que eleva el drama familiar y por extensión de todo un pueblo.