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Este domingo 28 de mayo se celebran las elecciones municipales en todo el país y las autonómicas en un total de 12 regiones. Unos comicios que, sin duda, marcarán el panorama nacional de cara a las próximas elecciones generales que se celebrarán en diciembre de este mismo año. Los electores podrán ejercer su derecho a voto desde las 09.00 horas, cuando se abren los colegios electorales, hasta las 20.00 horas, momento en el que se cierran las urnas y empieza el escrutinio.

Pero, ¿qué diferencia hay entre la abstención y el voto en blanco? ¿Y qué sucede con el voto nulo? ¿A quién beneficia cada uno? Por un lado, la abstención es simplemente no votar en las elecciones, por lo que no suma, ni afecta a los resultados. Aunque sí es cierto que para las formaciones políticas resulta relevante conocer por qué se produce dicha abstención y cuál es el porcentaje, si ha aumentado o se ha reducido, si es por descontento social, o por otros motivos.

Cómo se reparten estos votos

El voto nulo, por su parte, es aquel con el que se introduce un sobre o papeleta diferente, o si se incluye otro elemento dentro del sobre, por lo que queda invalidado el voto.

¿Y el voto en blanco? Esto ocurre cuando dentro del sobre no hay nada o, si es para el Senado, cuando la papeleta no señala el nombre de ninguna candidatura. A diferencia de la abstención y del voto nulo, este sí cuenta para el escrutinio y se suma a los votos logrados por las diferentes formaciones para el reparto de escaños.

¿Beneficia más a las formaciones políticas con más porcentaje de votos? La Ley D'Hondt establece un mínimo del 3% de los votos obtenidos para obtener representación. Por tanto, las candidaturas que no obtengan este porcentaje, son excluidas en cada circunscripción. Así, al añadir los votos en blanco para el reparto, una candidatura necesita más votos para lograr el escaño.