En concreto, señala la entidad, la eficacia de los ERTE, medida como la proporción de afectados que vuelven al trabajo activo al trimestre siguiente, pasa desde casi el 65% para los trabajadores afectados por un ERTE de un trimestre de duración hasta el 41,1% en el caso de un ERTE de seis meses de duración y hasta el 26,2% para un ERTE de nueve meses de duración. Los ERTE llegaron a dar cobertura en España a más 3,5 millones de trabajadores durante el periodo inmediatamente posterior a la llegada de la pandemia, aunque actualmente, con datos de octubre de este año, apenas 20.000 trabajadores se encuentran acogidos a este instrumento. En el segundo trimestre de 2020, casi el 20% de los ocupados se encontró afectado por un ERTE de suspensión del empleo, porcentaje que se redujo con intensidad a medida que fue mejorando la situación sanitaria, hasta situarse en el 0,3% del empleo en el último trimestre de 2021.
La incidencia de los ERTE fue algo superior entre los jóvenes y los trabajadores con menor nivel de estudios y mucho más alta en los servicios más afectados por las restricciones de la pandemia, como la hostelería y el ocio. «Los ERTE han sido un mecanismo apropiado para proteger el valor de las relaciones laborales y su efectividad, en términos tanto absolutos como relativos, es mayor para períodos cortos», señala la institución. No obstante, una vez superadas las fases más agudas de una crisis, el Banco de España avisa de que la persistencia en situación de ERTE «podría llegar a ser perjudicial para las perspectivas laborales de los trabajadores» porque genera un «desincentivo» a buscar otro empleo y porque un tiempo prolongado en inactividad «puede suponer una depreciación de habilidades laborales que no compense el valor de la relación laboral que se está tratando proteger».
La institución compara en este artículo la situación de los trabajadores en ERTE con la de los parados o inactivos y concluye que la probabilidad de reincorporación al trabajo «es siempre significativamente mayor para las personas en ERTE» que para los segundos. Esto, para la institución, corrobora la efectividad de los ERTE en la crisis del Covid a la hora de fomentar la reincorporación laboral de los trabajadores afectados. No obstante, la magnitud de dicha diferencia presenta un perfil decreciente conforme aumenta la duración de las situaciones en ERTE o desempleo/inactividad, pasando de 28,7 puntos tras un trimestre a menos de la mitad (13,4 puntos) después de tres. Ello refleja, según el Banco de España, «una efectividad relativa decreciente de los ERTE para favorecer la reincorporación laboral a medida que se prolongan las circunstancias que dieron lugar al recurso a este instrumento». Así, por ejemplo, el incremento de la empleabilidad de los hombres en ERTE es mayor que el de las mujeres, pero sólo para duraciones cortas del ERTE, ya que el efecto en los hombres «decae con más intensidad» conforme esta situación se alarga en el tiempo.
Por otro lado, la institución constata que el efecto es mayor y más persistente cuanto mayor es la edad del trabajador, y mayor y más persistente para los contratados indefinidos que para los temporales. Por nivel de estudios, el descenso en la efectividad de los ERTE para asegurar la reincorporación laboral es más intenso en los individuos de menor cualificación. Por sectores, la efectividad relativa de los ERTE es mayor y más persistente en la industria, mientras que, para algunas ramas de servicios, la empleabilidad después de tres trimestres en ERTE «ya es indistinguible» de la de un parado o inactivo equivalente no cubierto por un ERTE, subraya el Banco de España. No obstante, el organismo que gobierna Pablo Hernández de Cos advierte de que estos resultados deben interpretarse con ciertas cautelas a la espera de que aumente la disponibilidad de los datos.
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