Así lo ha explicado por ejemplo el investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y experto en contaminación atmosférica Xavier Querol, quien ha calificado la mejora de la calidad del aire como «una carrera de fondo en la que el nivel de contaminación tiene que ser bajo todos los días del año» y no solo puntualmente.
Este especialista ha indicado que el más reciente episodio de contaminación en Madrid capital no tuvo que ver con el tráfico rodado, que disminuyó muy notablemente, sino «con la inversión térmica por la llegada de un anticiclón potente», además del uso intensivo de las calderas por la ola de frío.
No obstante, junto con una «buena climatización del hogar» y un «adecuado reciclaje de materiales», Querol cree que «utilizar lo mínimo posible el vehículo privado dentro de la urbe, apostando por el transporte público» es una de las recomendaciones para ser «mucho más ecoeficiente» a la hora de conseguir un descenso en los niveles de contaminación.
Además, hay que «hacer comprender a nuestros políticos que la calidad del aire es nuestra prioridad», ya que respirar un ambiente contaminado presenta consecuencias como el incremento de la morbilidad y también de la mortalidad.
En el mismo sentido ha alertado la neumóloga y coordinadora del área de medioambiente de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica, Isabel Urrutia, advirtiendo sobre los problemas respiratorios causados por las partículas en suspensión o la hidrosolubilidad de gases inhalados.
Estos materiales peligrosos tienen su origen «en el tráfico rodado, aunque también hay centrales eléctricas o fábricas entre otras fuentes de contaminación» y, en el caso de los bronquios, «producen afectación con síntomas de irritación, sobre todo en enfermos crónicos».
El asma y la EPOC o enfermedad pulmonar obstructiva crónica son «las dos enfermedades prevalentes» y quienes las padecen «empeoran a medida que se exponen a más contaminación», pero también se pueden producir neumonías u otras infecciones respiratorias, además de disminuir la capacidad pulmonar de las personas sanas, si se exponen «de manera aguda» a la polución.
Según datos facilitados por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO), el ozono troposférico y las partículas en suspensión son los contaminantes «más preocupantes», dado que la exposición a los mismos puede acarrear consecuencias «que van desde leves efectos en el sistema respiratorio a alergias o incluso mortalidad prematura».
En el caso del dióxido de nitrógeno, en 2019 se superaron los valores considerados como aceptables en concentraciones urbanas como Madrid capital, Granada y el área metropolitana de Barcelona, según el Miteco, «en gran medida, por las emisiones procedentes de tráfico».
Por ello, el responsable de calidad del aire de Ecologistas en Acción, Juan Bárcena, también ha señalado al tránsito rodado como principal culpable del «grave riesgo para la salud» que supone la contaminación atmosférica.
«Si una situación nos obliga a reducir el tráfico, eso se traduce automáticamente en una mejora de la calidad del aire y, por tanto, en una mejora de la salud», ha reiterado, por lo que la reducción «no debería ser sólo porque nos confine una pandemia sino que deberíamos organizar la movilidad ciudadana de forma racional y sostenible».
La principal medida que defiende Bárcena es la limitación del tráfico privado junto con la potenciación del transporte público, la bicicleta y la movilidad peatonal.
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