Además y según el Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE), de enero a mayo, la contratación por un período de siete días o menos aumentó su peso dentro de la contratación temporal y representa ya el 26,5 %, casi un punto y medio más que hace un año. Las estadísticas del SEPE también ponen de manifiesto que la duración media de los contratos temporales mengua.
Si en el dato acumulado de enero a mayo de 2015, la media de los contratos temporales era de 55,38 días, en el mismo período de este año la media baja a 51,93 días.
Para la secretaria de Políticas Sociales, Empleo y Seguridad Social de UGT, Mari Carmen Barrera, habría que penalizar a las empresas que «de manera reiterada» acuden a los contratos de muy corta duración pero, además, exigir una justificación laboral, de forma que tengan un carácter excepcional.
Barrera también se decanta por establecer una regulación que rebaje el tiempo de encadenamiento de estos contratos (ahora está en 24 meses) e invertir en los servicios públicos de empleo para que se refuerce la inspección de trabajo.
La responsable de UGT asegura que, según datos del Instituto Nacional de Empleo, el encadenamiento de contratos temporales y de corta duración supera ya los tres años, «lo que evidencia su uso fraudulento e injustificado».
Para el responsable del gabinete económico de CCOO, Carlos Martín, estos datos corroboran que la contratación temporal está sujeta a una alta precariedad con una rotación que aumenta en las salidas de la crisis, pero la inestabilidad en el empleo llega también a los indefinidos, que cada vez son menos estables. El economista de CCOO explica que en 2015 para que se creara un puesto de trabajo fijo hacía falta que se firmaran 1,45 contratos indefinidos, bastantes más que en 2008 cuando se requerían 1,18.
Según Martín, este aumento de la rotación se debió a los cambios implantados por la reforma laboral de 2012 que abarató el despido, facilitó las rescisiones e incluyó un nuevo tipo de contrato, el de emprendedores que permite a las empresas con menos de 50 trabajadores firmar un contrato por un período de prueba de un año, durante el cuál es posible despedir sin indemnización.
Desde la patronal, el responsable de Relaciones Laborales de CEOE, Jordi García Viña, recuerda que las personas que más sufrieron la crisis fueron las que tenían contratos temporales, no los indefinidos. Además, asegura que las extinciones de contratos están disminuyendo en los últimos dos años, «y ahí es evidente que se trata de contratos indefinidos».
En relación a los contratos de muy corta duración, García Viña admite que son «negativos» pero también considera que lo que reflejan es que las empresas necesitan ese tipo de contratos y, por eso, recurren a ellos.
García Viña sostiene que se deberían buscar otros mecanismos para que las empresas pudieran resolver sus necesidades y que, en su opinión, pasan por la parcialidad, «que da todas las posibilidades del mundo».
Desde la Asociación Nacional de Agencias de Colocación (ANAC), la presidenta, Yojana Pavón, explica que lo que han observado, en los últimos meses, es que los contratos temporales y en jornada parcial han dado un repunte significativo, en concreto en hostelería y comercio.
Según Pavón, lo que «preocupa» a ANAC es que estos datos de más contratación se «reconviertan» en unos meses, cuando baje la estacionalidad, en un aumento de la tasa de paro.
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