Miles de vecinos de Bilbao, junto con destacadas autoridades encabezadas por los príncipes de Asturias y representantes políticos, económicos, sociales y culturales han dado hoy el último adiós al alcalde Iñaki Azkuna, fallecido el pasado jueves a los 71 años tras una larga lucha contra el cáncer.
En un día lluvioso y frío, el funeral celebrado en la catedral de Santiago, de Bilbao, ha transcurrido con la «sencillez» que dejó establecida el propio Azkuna, que se encargó de elegir hasta las piezas musicales que debían ser cantadas en el oficio religioso.
En la homilía, el obispo de Bilbao, Mario Iceta, ha destacado la «vocación de servicio al bien común» que Azkuna plasmó en su actividad en diversas administraciones públicas y los últimos 15 años como alcalde de la capital vizcaína.
Desde primera hora, había gente esperando a la apertura de las puertas para coger sitio en la catedral, situada en pleno corazón del Casco Viejo bilbaíno, y una hora antes de iniciarse la ceremonia, que ha comenzado al mediodía, el templo ya se encontraba casi lleno.
En el interior, el claustro y el pórtico de la iglesia se habían habilitado 4.000 asientos, que finalmente se han quedado cortos para acoger a todas las personas que deseaban rendir su último homenaje al alcalde fallecido.
También se han instalado en el templo siete pantallas grandes para seguir la ceremonia, y otra ha sido dispuesta en la Plaza Nueva, desde donde han seguido el acto, paraguas en mano, varios cientos de personas más.
Todos ellos querían dar testimonio de lo «muy querido» que era el alcalde Azkuna: «Ha hecho mucho por Bilbao, ¡qué menos que estar aquí!», han coincidido vecinos de dentro y de fuera de la villa, votantes y no votantes del mandatario.
Encabezando la representación de autoridades han asistido al funeral los príncipes de Asturias; la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría; y el lehendakari, Iñigo Urkullu, así como el resto de miembros del Gobierno Vasco.
En lugar preferente se encontraba el hijo de Azkuna, Alex, con otros familiares del alcalde fallecido.
Junto a ellos han acudido al funeral numerosos dirigentes de todos los partidos, instituciones, del poder judicial, empresarios, entidades sociales y económicas y miembros del mundo de la cultura, el arte y el deporte, así como representantes de las Fuerzas Armadas, la Ertzaintza, la Policía Nacional y una representación de la Policía Municipal de Bilbao con el uniforme habitual (no de gala, como también deseó Azkuna).
Minutos antes de iniciarse el acto, el obispo de Bilbao ha comentado a los periodistas que se encontraba «conmovido» dado que tenía que «despedir a un amigo» con el que tenía una «relación fluida», y ha explicado que había preparado una misa «sencilla», como era el deseo que Azkuna le transmitió cuando se despidió de él.
Azkuna «ha organizado su propio funeral. Todo lo dejó establecido», explicaba Iceta.
Una vez que las campanas de la catedral han dado las doce del mediodía, y después de que las autoridades entraran a la iglesia a los sones del «Agur Jaunak», el funeral ha comenzado con la interpretación del «Réquiem» de Puccini, interpretado por la Coral de Bilbao, una de las piezas musicales elegidas por Azkuna para sus honras fúnebres.
El obispo había adelantado que concelebrarían la misa entre 45 o 50 sacerdotes, aunque finalmente han sido 12 los que han estado en el altar junto al prelado, aunque otros curas han ayudado a dar la comunión (2.000 formas había preparadas, ha detallado Iceta).
Junto al altar, ha sido colocada la medalla de San Antón y la «makila» (bastón de mando) de Azkuna.
En la homilía, el obispo ha resaltado «la paz, serenidad y esperanza» con las que Azkuna vivió «los últimos compases de su peregrinación en esta tierra».
Iceta ha recordado las palabras que le dijo Azkuna cuando hace unos días se despidió de él en el domicilio del alcalde: «Señalando una fotografía de un hermoso Cristo crucificado que tenía ante su cama, me dijo: 'Él salió a buscarme, me encontró y me llamó. Y desde entonces, ni Él me ha dejado a mí, ni yo a Él'».
El prelado, que ha recordado el «amor» que el alcalde profesaba a la Virgen de Begoña, patrona de Bizkaia, ha reiterado su agradecimiento a Azkuna por su «testimonio» y su «servicio» y ha agregado: «Guardaremos con gozo y agradecimiento tu memoria».
En la ceremonia religiosa se han cantado también obras de Handel, Madina, Bach, Mozart e Iparragirre, las escogidas por Azkuna para ser interpretadas en su funeral.
Tan en detalle quiso preparar Azkuna su propio funeral, que incluso determinó las obras (de Verdi, Brahms y el «Bizkaia maite» de Benito Lertxundi) que podían ser cantadas antes de la ceremonia religiosa para amenizar la espera.
Concluido el oficio, el obispo se ha acercado a saludar a los príncipes de Asturias, al lehendakari Urkullu y a la vicepresidenta Sáenz de Santamaria, quienes han dado el pésame al hijo de Azkuna.
El funeral ha supuesto el colofón a los actos desarrollados en los últimos días en memoria de Azkuna, cuyas cenizas reposan desde ayer, domingo, en el cementerio de Durango (Bizkaia), la localidad natal del alcalde fallecido.
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