Tras recibir el Premio Cervantes 2010, la escritora catalana está a sus 85 años como una niña con zapatos nuevos. Feliz, contenta y emocionada, Ana María Matute ha descrito cómo se siente al asegurar que la entrega del galardón "es un estallido de felicidad". Ya no es ninguna niña, pero tras recibir el Premio Cervantes ayer miércoles, Matute evoca la ilusión de la infancia con la ilusión y la euforia que manifiesta al recibir este reconocimiento a "la entrega total de una vida a esto de escribir, a la dedicación, a la constancia y al esfuerzo". Sin embargo, ha reconocido que ya hacía un par de días que le habían llegado rumores del posible fallo del jurado. Aún inquieta, la novelista ha confesado que esta noche no ha podido dormir "de los nervios". La autora de 'Los hijos muertos' pasa a ser la tercera mujer que ostenta la distinción de formar parte del Premio Cervantes, que pretende reunir a aquellos escritores que han enriquecido el legado literario hispánico.
Para empezar, Ana María Matute ha remarcado que "uno no escribe para ganar premios, habrá quien lo haga, pero yo no entro en esos filos". Uno podrá ser mejor o peor, pero siempre es él mismo. Desde el primer cuento que escribí hasta ahora siempre he querido transmitir la misma sensación de desánimo y pérdida". Sin embargo, se puede ver que está feliz, y a así se declara: "Esto es un estallido de felicidad", dice.
Es la tercera mujer desde que, en 1975 el Ministerio de Cultura creara el Premio Cervantes, en recibir este galardón. Sus predecesoras en este galardón son María Zambrano, que lo recibió en 1988, y Dulce María Loynaz, en 1992.
"Esto del machismo ya está quedando un poco lejos, todavía quedan cosas pero se están dando pasos muy importantes", dice Matute, una mujer que es miembro de la Real Academia Española, autora de casi una veintena de novelas y otros tantos relatos y cuentos. Tiene, entre otros muchos, el Premio Planeta, el Nadal, el Nacional de Literatura y el Nacional de las Letras Españolas.
En el nuevo libro de Matute, 'La Puerta de la Luna' (Destino), la escritora catalana hace una recopilación de todos los cuentos de su carrera en los que afloran, entre otras cosas, su lucha contra la injusticia, y es que no se muestra "nada orgullosa de pertenecer a la especie humana".
En su casa de Barcelona, Matute ha hablado de la infancia en una entrevista concedida a Europa Press. "La recuerdo mejor que lo que hice hace cuatro días", ha asegurado. "Los lápices de colores me chiflan", ha confesado la escritora, que debido a su "mala salud de hierro", que le ha llevado a entrar once veces en quirófano, ha tenido que renunciar a otra de sus grandes pasiones: la carpintería.
De los años grises de su infancia, marcados por la guerra y la posguerra, la escritora recuerda especialmente su estricta educación: "Las monjas eran duras, y sobre todo, tontas". Más tarde llegó la censura, que sufrió especialmente en 'Luciérnagas' (1949), que quedó finalista del Premio Nadal y fue bloqueada. "El peor censor acabas siendo tú", ha reflexionado Matute, a quien en los 70, antes de la muerte de Franco, reconoce que ya le "daba igual todo" y escribía sin demasiados miramientos.
Defensora a ultranza de los niños, critica que en la literatura española el niño haya sido tratado como "un ser inferior", y todavía le "molesta" escuchar eso de que un niño es "un proyecto de hombre". La escritora ha lamentado no haber tenido nietos, sobre todo por el placer que le daría leerles sus cuentos.
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