Biel Ramis y su mujer Marga comparten la misma pasión por los coches clásicos. Por eso, disfrutan de sus dos vehículos que tienen y utilizan siempre que el trabajo se lo permite. Biel tiene un Opel Corsa GSI de 1989, que compró cuando tenía 19 años. Un poco antes, tuvo un GT, pero resultó siniestro total después de un aparatoso accidente y decidió a los pocos meses comprarse este Corsa de segunda mano en el concesionario de la casa en Inca. Recuerda que estaba en buen estado, pero por aquella época él estaba más interesado en las motos que en los coches y lo fue dejando de lado hasta tal punto que pasó años sin utilizarlo.
CAMBIOS
Pero la vida cambia y eso le pasó a él con la llegada de su hijo. Entonces se dio cuenta de que necesitaba un coche para poder ir los tres juntos, por lo que decidió devolverlo a la vida. Como el coche había estado guardado en un garaje no necesitaba una gran restauración. Se puso manos a la obra y tras unos pequeños arreglos de mecánica y una mano de pintura el coche volvió a la vida y con él ha pasado momentos muy agradables con su familia.
Biel asegura que tiene mucho cariño a este coche pues lleva toda la vida en la familia y aunque ha tenido épocas donde lo ha usado poco, ahora disfruta los fines se semana saliendo a dar una vuelta para desconectar del duro trabajo de la semana. Además, pertenece a un grupo de amigos de Algaida que comparten la misma pasión y suele organizar salidas para pasar el domingo.
Su mujer, Marga, también es una gran aficionada a los clásicos y hace unos cuatro años tuvo la oportunidad de comprar un Seat 850 Sport que vendían en Palma y no dudo en hacerse con él, ya que no estaba en malas condiciones. Eso sí, el coche pedía a gritos mejoras, por eso lo restauró y le cambio el color, pasando del verde original al rojo actual, que hace juego con el GSI de su marido. Así, los dos pueden disfrutar cada uno de su vehículo y los alternan para salir los fines de semana, aunque Marga tiene claro que el Sport es suyo.
También cuentan con la complicidad de su hijo Sergi, que se ha convertido en otro gran aficionado a los clásicos a pesar de su corta edad, pero nos aseguran que al chaval le encanta salir a pasear con cualquiera de los dos coches; y eso es muy importante, pues por lo general los niños pequeños prefieren otras distracciones o juegos a salir a conducir con sus padres.
Así pues, una familia unida por el motor y que, además, no para de pensar en nuevos proyectos: ahora el reto es poner a punto un Nissan Z-31 de 1986. ¿Será el primer coche de Sergi?
2 comentarios
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No cuela, voxero. Se te ve venir a leguas
El estado debería requisar los "segundos autos" para entregarlos a los que no tienen, así se efectuaría un reparto de la riqueza