Pero aquellos años de adolescente fueron pasando y, una vez cumplidos los dieciocho años y con el carnet de conducir en sus manos, comenzó su relación con los vehículos de cuatro ruedas. Nos contaba, muy entusiasmada, que ha tenido un montón de modelos y la verdad es que algunos muy singulares y en su día todo un hito de la mecánica. Por su manos pasaron, cómo no, un 600, un 850, un R-8 TS, un R-5 Super cinco, un Golf, un Cabrio MK-1 y un Renault 19 cabrio, por decir algunos.
Caty comparte ahora la pasión de los clásicos con su marido. Hace unos siete años compró este Mini Cooper 1300 de 1990. Nos cuenta que cuando lo compraron no estaba en muy buen estado, por lo que tuvieron que hacerle un repaso en general y bastante a fondo, salvo la pintura, que conserva la original, la parte de mecánica fue necesario repasarla bien para poder dejarlo en perfecto estado.
Nuestra protagonista no sabe nada de mecánica, pero para ello cuenta con la ayuda de su marido Pep, que está jubilado y tiene mucho tiempo disponible para ir efectuando las reparaciones que los vehículos de su propiedad necesitan. Pero Caty también aporta su granito de arena ya, que le ayuda a buscar las piezas que se necesitan. Vamos, un equipo bien avenido que aprovecha los ratos libres para hacer juntos algo que les apasiona, aunque Caty reconoce que al principio esto no le gustaba demasiado, pero la perseverancia de su marido Pep le sirvió para ir poco a poco entrando en este mundillo que ahora considera apasionante. Eso sí, a nuestra protagonista le gusta hacer las cosas bien y cuando emprende una restauración procura que el coche mantenga todas las piezas originales posibles, aunque para ello haya que hacer el doble de trabajo limpiándolas o reparándolas.
En cuanto al vehículo, lo utiliza para salir con un grupo de amigos los fines de semana relacionados con el mundo de los clásicos y suelen hacer concentraciones para pasar el día juntos comentando y hablando de coches.
Está feliz de que su marido, al jubilarse, se haya volcado en este hobby que le va como anillo al dedo, pues puede entretenerse. Tiene el taller en el garaje de casa y sube y baja cuando le apetece y trabaja el tiempo que le da la gana.
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siempre con microcoches, en América del Sur los carros son enormes