«El Espíritu Santo nos impulsa a salir de nosotros mismos para ir hacia Dios y hacia los hermanos, y nunca a encerrarnos en nosotros mismos», escribe el papa en este mensaje que había preparado para la Cuaresma, el periodo que precede a la Semana Santa.
Y añade: «Significa caminar codo a codo, sin pisotear o dominar al otro, sin albergar envidia o hipocresía, sin dejar que nadie se quede atrás o se sienta excluido. Vamos en la misma dirección, hacia la misma meta, escuchándonos los unos a los otros con amor y paciencia».
En esta Cuaresma, señala su mensaje, «Dios nos pide que comprobemos si en nuestra vida, en nuestras familias, en los lugares donde trabajamos, en las comunidades parroquiales o religiosas, somos capaces de caminar con los demás, de escuchar, de vencer la tentación de encerrarnos en nuestra autorreferencialidad, ocupándonos solamente de nuestras necesidades».
Y a todos los miembros de la Iglesia les invitó a preguntarse: «Si tenemos una actitud de acogida, con gestos concretos, hacia las personas que se acercan a nosotros y a cuantos están lejos; si hacemos que la gente se sienta parte de la comunidad o si la marginamos».
También invitó a los fieles en este tiempo de Cuaresma a interrogarse: «¿poseo la convicción de que Dios perdona mis pecados, o me comporto como si pudiera salvarme solo?».
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