Esa realidad es otra: la estrategia de Defensa de la UE es un plan industrial que forma parte de la autonomía estratégica que quiere alcanzar el bloque a medio plazo. Y no solo para disuadir a Vladimir Putin, sino también por lo que pueda pasar en Estados Unidos, con la posible vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca. Europa quiere tener en sus manos el poder de decisión sobre su propia seguridad; "es una cuestión de control", explican algunas fuentes consultadas por 20minutos, que reiteran que la Unión "solo quiere prepararse para el mundo actual, mucho más peligroso y lleno de tensiones". Nadie habla, en cambio, de "lanzarse a un enfrentamiento militar".
"Es importante diferenciar los mensajes que salen de los Estados miembros al mensaje que quiere trasladar la UE como bloque, son dos cosas diferentes", concluyen estas fuentes. De ahí que el foco en Bruselas esté puesto en la primera estrategia de Defensa en la historia de la Unión, un proyecto que nació para la paz pero que ahora tiene que aprender el lenguaje del poder duro. Este plan se apoya en tres premisas (o datos) clave: adquirir en común al menos el 40% de los equipos de Defensa de aquí a 2030; garantizar que, para 2030, el valor del comercio de defensa dentro de la UE represente al menos el 35% del valor del mercado de defensa de la UE y también avanzar de manera constante hacia la adquisición de al menos el 50% de su presupuesto de defensa dentro de la UE para 2030 y el 60% para 2035.
"Independientemente de la dinámica electoral en Estados Unidos tenemos que responsabilizarnos mas de nuestra seguridad, al tiempo que seguimos comprometidos con la OTAN. Creo que Europa está lista para dar un paso adelante. Haciéndolo los Estados miembros invertirán en innovación y creación de empleo", explicó la comisaria de Competencia, Margrethe Vestager, en una línea seguida también por el comisario de Mercado Interior, Thierry Breton. Esto da dos claves más: no habrá desligamiento de la Alianza Atlántica y al mismo tiempo entra en juego una cuestión de competencias. La Defensa es un asunto en manos de los países miembros, pero la industria depende de la Unión en su conjunto. Por eso el lenguaje que habla la UE es el de una cuarta revolución industrial.
Bruselas y los Estados miembros no son lo mismo
La UE tiene que adaptarse a los nuevos tiempos, ni más ni menos, pero el militarismo no es la base del asunto para la Comisión Europea; por eso es importante hacer una distinción que va de la mano qué está a cargo de cada parte. Lo que dice Bruselas es una cosa; lo que dicen los Estados miembros, otra. Y en lo segundo está la verdadera división. El presidente francés Emmanuel Macron y los países bálticos son los que tienen el discurso más duro, por momentos incluso belicista. Desde París se abrió la caja de Pandora con la posibilidad de que Europa pueda mandar tropas a Ucrania, algo que después Macron tuvo que matizar insistiendo en que la UE no "está en guerra" con Rusia. También la OTAN desechó esa posibilidad.
Más sentido tiene ese tono por ejemplo en la primera ministra estonia, Kaja Kallas, que además se postula como reemplazo de Borrell como Alto Representante de la UE. "Queremos la paz, pero queremos una paz duradera, y la paz bajo las condiciones de Rusia no es duradera", avisó Kallas en una entrevista reciente, en la que fue muy rotunda: "Si Rusia perdiera esta guerra, no tendríamos que preocuparnos por la Tercera Guerra Mundial". Eso sí, no ve con malos ojos la propuesta de Macron, aunque esta no va a tomar cuerpo. Pero para la estonia "si Ucrania cae" la guerra "será en toda Europa".
Queremos la paz, pero queremos una paz duradera, y la paz bajo las condiciones de Rusia no es duradera
Ese mensaje salido del Elíseo ha acabado en otro roce Alemania - Francia, uno de tantos que ha habido en los últimos cinco años. Berlín no está por la labor de endurecer el tono con Rusia, incluso pese a que el Gobierno de Scholz sí ha aprobado el envío de más ayuda militar a Kiev y está en posición de rehacer también su política de Defensa (poniendo incluso sobre la mesa el servicio militar obligatorio). Pero el Ejecutivo germano está más en la parte de la disuasión y el propio canciller salió rápidamente a aclarar que no apoya a Macron en sus visiones sobre el conflicto: no está abierta la posibilidad de mandar tropas a Ucrania.
La línea marcada por Francia, Polonia o Estonia no es la misma que tienen los países del sur, que ya solo geográficamente ven la amenaza rusa mucho más lejos. La posición de España, igual que la de otros socios europeos, se acerca a la cautela, aunque sea con atención y entendiendo que hay que (re)activar la industria de Defensa, en un alineamiento con lo que sale desde Bruselas. El Gobierno de Sánchez no está de acuerdo con que Europa tenga que entrar casi en una economía de guerra porque eso "distorsiona" la realidad. El peligro de la guerra "no es inminente", avisó por ejemplo Josep Borrell. El reto, en resumen, para algunos socios está en la capacidad de armonizar la ayuda coyuntural a Ucrania con la necesidad de transformar la industria de Defensa.
El 'todo' es la autonomía estratégica de la UE. El bloque comunitario tiene que ser "autosuficiente sin olvidar el multilateralismo", concluyen las fuentes consultadas, con un ojo puesto en China, otro en Rusia y otro en Estados Unidos. La clave está en ver a la UE como un actor "en pie de igualdad" con otros, aunque hay asuntos a los que llega tarde. Tecnología, Defensa, industria o el desarrollo de sectores más novedosos como las materias raras. Con todo, la próxima legislatura en la Unión será la legislatura de la Defensa y de la industria, y a veces irán de la mano. Todos lo asumen: se abre la era de una UE reformista, y la Defensa será una pata fundamental sin necesidad de caer en el belicismo, digan lo que digan los países miembros.
1 comentario
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Porque no tienen lo que hay que tener y putin está loco.