Soldados israelíes. | Israel Defense Forces

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Israel atacó esta madrugada objetivos de Hizbulá en el valle de la Bekaa, en el norte de Líbano, por segunda vez desde que se iniciaron las hostilidades en la frontera entre ambos países en octubre, a lo que el grupo chií respondió con el lanzamiento de un centenar de cohetes, uno de sus mayores ataques desde entonces, confirmó a EFE el Ejército.

«Aviones de combate israelíes atacaron dos sitios de la organización terrorista Hizbulá en el área del valle de Bekaa, (en el norte de Líbano), que pertenecen a su fuerza aérea y donde planearon y llevaron a cabo varios ataques contra el Estado de Israel», informó un portavoz militar.

Como respuesta, en la última hora el grupo libanés ha lanzado dos tandas de cohetes hacia Israel, una de unos 70 cohetes y otra de unos 30, que han disparado las alarmas antiaéreas en varias comunidades del norte del país, sin que de momento se hayan reportado heridos o grandes daños, confirmó a EFE el portavoz castrense. El grupo aún no ha reivindicado ningún ataque hacia Israel esta mañana.

El bombardeo israelí en el norte de Líbano es el segundo desde que se desataron las hostilidades entre el Ejército israelí y Hizbulá, después de que atacara el pasado 27 de febrero ese valle, en el área de la ciudad de Baalbek, como anoche, cerca de la frontera con Siria, donde la milicia chií tiene su sistema antiaéreo de defensa.

Medios árabes informan de un muerto en ese ataque, aparentemente un civil.

La ofensiva en el valle de Bekaa es «en respuesta a los ataques con drones lanzados por Hizbulá hacia los Altos del Golán en los días recientes», aclaró el Ejército israelí.

El grupo chií se atribuyó ayer lunes la autoría de ocho ataques contra objetivos militares israelíes, entre ellos una operación con cuatro drones que cargaron de forma simultánea contra un cuartel de la defensa aérea israelí en los Altos del Golán, que pertenecían a Siria y que Israel ocupó en 1967 y se anexionó en 1981.

Hizbulá reivindicó varias acciones contra puestos militares, una posición de artillería, un avión no tripulado y algunos grupos de soldados israelíes, incluido uno que estaba instalando «nuevos» sistemas de vigilancia en un cuartel del norte del país.

Los enfrentamientos, los peores desde la guerra librada por Israel y Hizbulá en 2006, han ido ganando intensidad con el paso de los meses y se han recrudecido con especial fuerza en las últimas semanas; haciendo el estallido de una guerra abierta.

Las partes están enzarzadas en intenso fuego cruzado desde el pasado 8 de octubre, un día después de la guerra de Gaza, que se ha cobrado la vida de al menos 338 personas, la mayoría en el lado libanés y en las filas de Hizbulá, con 233 bajas de milicianos, algunas en Siria.

En Israel han muerto 17 personas en el norte (10 militares y 7 civiles); mientras que al otro lado de la frontera han fallecido al menos 321 personas, entre ellos 40 integrantes de milicias palestinas, un soldado libanés y 47 civiles, incluidos diez menores y tres periodistas, además de los combatientes de Hizbulá.

La semana pasada el mediador estadounidense Amos Hochstein se reunió con altos cargos libaneses e israelíes en un viaje a la región con paradas en Beirut y Tel Aviv, para intentar encontrar una solución diplomática a la crisis; y ante el temor de EEUU de que Israel emprenda una ofensiva por tierra en Líbano a finales de primavera, cuando tenga más controlada la guerra en Gaza.

Hizbulá, que comenzó las hostilidades en solidaridad con las milicias islamistas de la Franja, ha reiterado que no negociará una salida política hasta que no cese la violencia en el enclave, donde la comunidad internacional se afana por mediar una tregua durante el Ramadán.