No hay un calendario, pero implícitamente va quedando claro que la situación actual no puede ser eterna. Ni para Ucrania, que se desgasta, ni para sus aliados, que podrían tener que gestionar una fatiga bélica que hasta ahora han capeado bastante bien. Con todo, lo sucedido en las últimas semanas puede hacer pensar que lo que queda de 2023 es el periodo que realmente va a marcar el futuro de Kiev. ¿Por qué?
Una guerra enquistada... ¿y fatiga?
"El apoyo será sostenido, da igual que la guerra se alargue. La UE ha demostrado que está comprometida con ayudar a Ucrania", resumen las fuentes comunitarias consultadas por 20minutos cuando se les vuelve a preguntar por cuánto podría durar el respaldo a Kiev. En Bruselas niegan que haya fatiga, igual que en Estados Unidos -a expensas de lo que suceda en las elecciones-. De hecho, el bloque de 27 se ha convertido ya en el mayor donante de ayuda a Ucrania, por delante de la proporcionada por Washington, aunque los expertos reiteran que se trata de «un reparto del trabajo», pues EEUU da el soporte militar y la UE el económico.
El objetivo al menos de la UE es «estructurar mejor la ayuda» a medio y largo plazo, tal como ha explicado a este medio la eurodiputada Eider Gardiazábal. Todas las voces consultadas niegan que exista hartazgo o cansancio con la guerra, pero las dosis de realismo son cada vez mayores. La Unión sabe que tiene que seguir apoyando a Ucrania en tanto en cuanto es un país candidato a la adhesión; y en paralelo desde la OTAN su secretario general, Jens Stoltenberg, quiere mantener alta la moral de los aliados.
Este miércoles aseguró que la contraofensiva ucraniana está realizando avances en el terreno y ha superado algunas defensas rusas, tras lamentar que, sin embargo, el presidente ruso, Vladimir Putin, no ha cambiado un ápice sus objetivos. «La mejor forma de lograr una paz duradera es aumentar el apoyo a Ucrania», reiteró, al tiempo que volvió a asumir que el camino elegido por Moscú es el mismo que tenía en febrero de 2024, por lo que el conflicto no acabará a corto plazo. Sobre el terreno, además, vuelve a verse la foto que ya se dio el año pasado: Kiev necesita anotarse tantos antes de la llegada del invierno, por lo que los meses de octubre y noviembre pueden tornarse decisivos.
Polonia empieza a dudar
En las mejores relaciones hay crisis y la de Ucrania y Polonia no iba a ser una excepción. En Varsovia ya hay dudas, aunque se descarta una ruptura total; pero la foto ya no es la de hace unos meses. El tema más relevante en este sentido es el veto polaco -y de Hungría y Eslovaquia- a la entrada de grano ucraniano en sus territorios. Los tres países (y Estados miembros de la UE) consideran que sus agricultores quedan en un segundo plano si se permite el acceso de cereal desde Ucrania, algo que no gusta en los círculos de Zelenski. El asunto lleva vigente desde antes del verano, y de momento se sigue trabajando en una solución.
La reacción de Ucrania en los últimos días ha sido interponer una denuncia ante la Organización Mundial de Comercio (OMC) y además ha pedido que la entidad abra consultas con las autoridades de Polonia, Hungría y Eslovaquia con vistas a solventar las disputas. El proceso podría, eso sí, alargarse durante años. A esto además se ha añadido la polémica sobre la entrega de armas. Polonia mira hacia sí misma, y así se lo ha hecho saber a Kiev. Va a armar primero a su ejército antes de enviar nuevo armamento a las tropas de Zelenski, aunque sí ha asegurado que remitirá lo que ya está comprometido.
Con todo, en lo que queda de 2023 Ucrania tendrá que limar esas asperezas con su socio, por lo que pueda pasar: los Bálticos son los países que lideran el respaldo a Kiev no solo a nivel de material, sino también en cuanto a discurso. Y es que en la UE sigue habiendo dos bloques: precisamente el de los Bálticos y Polonia, que hasta ahora repiten que Ucrania tiene que ganar la guerra. En el otro equipo, liderado en algunos momentos por Francia y Alemania consideran que llegará un momento para las negociaciones.
Zelenski tiene prisa por ver avances con la UE
En el plano político Zelenski necesita ver progresos para reforzar también su posición desde ese plano, y lo más inmediato -que no rápido- serán las negociaciones de adhesión de Ucrania a la Unión Europea. El objetivo es que estas puedan arrancar antes de que acabe el año, y hay buena predisposición en los Estados miembros. Pero eso no asegura nada, y el proceso de Kiev se podría alargar décadas porque desde Bruselas insisten en que no hay una vía rápida y que todo depende de los «méritos». Eso sí, la Comisión tiene previsto publicar su informe de evaluación a lo largo del mes de octubre (aunque la última palabra la tienen los 27). La cumbre de Granada de la semana que viene puede ser relevante en este sentido.
2024: elecciones europeas y quién sabe
¿Por qué todo se aprieta tanto? Porque en los próximos meses se celebran citas electorales importantes en Europa, como los comicios en Polonia o en Países Bajos, pero también porque en junio de 2024 llegan las europeas. Y si los equilibrios en el Parlamento Europeo cambian y por ende lo hacen también en la Comisión el respaldo a Ucrania podría no seguir siendo el mismo. Las encuestas hasta ahora ponen en jaque la mayoría parlamentaria de populares, socialdemócratas y liberales, en favor de partidos de derecha radical más tibios en el respaldo a Ucrania como es el caso del húngaro Fidesz (ahora sin familia europea).
La premio Nobel de la Paz, Oleksandra Matviichuk, comentó en una entrevista a 20minutos que la clave pasa por «cambiar el relato» y por «ayudar a Ucrania a ganar rápido» la guerra. Rápido es la palabra clave. En Kiev se empieza a pensar que un conflicto demasiado largo podría erosionar la confianza de sus aliados, y de hecho el propio presidente Zelenski ha elevado el tono en sus últimas comparecencias. Sobre todo ante la Asamblea General de la ONU el líder ucraniano lanzó un aviso (casi a modo de bronca) a los socios para que no piensen solo en sí mismos, sino también en el futuro de Ucrania.
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