El ataque, tal y como informó la Cancillería cubana, se produjo el domingo por la tarde, cuando un individuo lanzó dos cócteles molotov contra la legación diplomática. El presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, y el canciller, Bruno Rodríguez, habían regresado horas antes a La Habana tras haber pasado una semana en Nueva York con motivo de la apertura de la Asamblea General de Naciones Unidas.
El domingo por la noche, el ministro de Relaciones Exteriores calificó de «terrorista» la agresión y acusó de la misma a «grupos anticubanos». Rodríguez señaló que estos «acuden al terrorismo al sentir impunidad» y denunció que el Gobierno cubano «ha alertado a las autoridades estadounidenses reiteradamente» sobre esta situación.
El portavoz del Departamento estadounidense rechazó pronunciarse sobre dicha calificación. «Hay una investigación en marcha y sería inapropiado especular sobre los motivos antes de saber el resultado. No tengo motivos ni para estar de acuerdo ni para no estarlo sin ver las pruebas de las pesquisas en marcha», afirmó. Miller recalcó que el servicio de seguridad del Departamento de Estado trabaja de cerca con las agencias de cumplimiento de la ley para proteger y mantener la seguridad de las misiones extranjeras en Estados Unidos. «Eso es lo que estamos haciendo ahora respecto a este ataque en particular, en coordinación con la Policía Metropolitana de Washington», concluyó el portavoz.
La embajadora cubana en Washington, Lianys Torres Rivera, había señalado este lunes en X (anteriormente Twitter) que tras ese ataque se pusieron en contacto «de inmediato» con las autoridades estadounidenses y les dieron acceso a la embajada "para la toma de muestras" de los cócteles molotov. Su mensaje fue acompañado de cuatro fotografías en las que se ven restos de un cóctel molotov en una de las ventanas del edificio y de otro en el suelo, así como a tres agentes de policía evaluando el lugar.
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