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El Banco Central Europeo (BCE) cree que el difícil escenario de alta inflación y débil crecimiento en el que se encuentran en estos momentos las economías del euro se prolongará al menos hasta la primera parte del año que viene. En su última actualización del boletín económico, un documento que la institución que preside Christine Lagarde publica dos semanas después de cada reunión de política monetaria, el BCE insiste en que la inflación seguirá siendo "muy alta" todavía durante un tiempo. Y, además, espera también que la actividad económica "se ralentice sustancialmente en los próximos trimestres".

El organismo con sede en Frankfurt ve riesgos al alza en sus pronósticos de inflación. En otras palabras, cree que si sus augurios de inflación se desvían, probablemente será por encima de lo que espera ahora. Todo está sujeto a la evolución de los precios de la energía. La posibilidad de un nuevo shock energético es el principal riesgo a corto plazo, aunque también preocupa que los alimentos se sigan encareciendo y la inflación se siga filtrando a más productos. Una inflación que, además, daña más a pobres que a ricos, dado que los primeros destinan un mayor porcentaje de su renta a energía y alimentos, que son los productos que más se han encarecido.

Las fuertes subidas de precios registradas en los últimos meses están reduciendo el poder adquisitivo de los europeos. Hasta el punto de afectar al consumo, que se está ralentizando, y a la producción de las empresas, que lo notan en sus costes de producción. Esta es una de las principales razones por las que las economías del euro se están estancando.

En conjunto, el PIB de la eurozona apenas avanzó un 0,2% en el tercer trimestre, unos tres meses en los que el BCE cree que la dinámica económica ha pasado ya a ser negativa. Y las perspectivas a corto plazo son poco halagüeñas. La institución ve claros riesgos a la baja -es decir, cree que es posible que el PIB avance menos de lo que se prevé ahora- en por varias razones. Entre ellas, la inflación, que está frenando el gasto de los hogares; el final del auge en el consumo que siguió al levantamiento de las restricciones pandémicas y el enfriamiento de la economía mundial.

En este escenario de debilidad económica, el banco central no descarta que el paro pueda ser más elevado en el futuro. Aunque también señalan que el mercado laboral está resistiendo sorprendentemente bien la situación adversa. Los datos de Eurostat apuntan a que el desempleo sigue en mínimos históricos, mientras que los salarios crecen todavía muy por debajo de la inflación.