El actual gobierno Albanese, quien ganó los comicios en mayo poniendo fin a nueve años de gestión conservadora, tampoco tiene intenciones de trasladar su Embajada a Jerusalén Oeste sino que la mantendrá en Tel Aviv, en contra de la política de su antecesor, el liberal Scott Morrison, quien en 2018 reconoció Jerusalén oeste como capital de Israel. Como respuesta, el Ministerio de Exteriores israelí anunció que convocará hoy mismo al embajador australiano en el país, Paul Griffiths, y expresó «su profunda decepción ante la decisión del gobierno australiano, basada en consideraciones miopes». «Jerusalén ha sido capital del pueblo judío durante 3.000 años», inciden.
El primer ministro israelí, Yair Lapid, también reaccionó rápidamente a la medida de Australia, que calificó como «una respuesta apresurada a un informe incorrecto en los medios», y deseó que el nuevo gobierno «maneje otros asuntos con más seriedad y profesionalidad». «Jerusalén es la capital eterna y unida de Israel y nada cambiará eso», insistió Lapid. Israel ocupó Cisjordania y Jerusalén Este en 1967 y se anexionó la parte oriental de la capital en 1980, una acción criticada y no reconocida por la comunidad internacional. Tras esta anexión, los países que tenían sus embajadas en Jerusalén oeste -más de una veintena- las trasladaron a Tel Aviv.
Los palestinos aspiran a que Jerusalén este sea la capital de su futuro Estado y el Ministerio de Exteriores de la Autoridad Palestina acogió con «satisfacción» la decisión de gobierno laborista australiano, que consideraron «una corrección positiva a la posición de Australia de conformidad con el derecho internacional». Australia cambió su política respecto al conflicto palestino-israelí durante el mandato de Morrison, quien anunció en diciembre de 2018 el reconocimiento de Jerusalén oeste como la capital de Israel, siguiendo los pasos del entonces presidente estadounidense Donald Trump. Trump rompió el consenso internacional al reconocer Jerusalén como capital israelí en diciembre de 2017, y trasladar a la Ciudad Santa su embajada al año siguiente; algo que luego también hicieron Guatemala, Honduras y Kosovo.
La de Paraguay se trasladó en mayo de 2018, pero dio marcha atrás cuatro meses después. A diferencia de EEUU, Australia mantuvo en todo momento su embajada en Tel Aviv, aunque sí abrió en Jerusalén oeste una oficina de comercio y seguridad, algo que a posteriori también han hecho Colombia o Ecuador. El actual líder de la opositora coalición liberal-nacional, Peter Dutton, evitó hoy profundizar sobre la decisión del actual ejecutivo al asegurar a los medios que revelarán su posición «antes de las próximas elecciones», previstas para 2025. Australia reconoce a Israel desde 1949 y mantiene relaciones con la Autoridad Nacional Palestina (ANP), aunque no reconoce los Territorios Palestinos como Estado, dado que el país oceánico mantiene su compromiso con una «solución negociada».
La primera ministra británica, Liz Truss, también ha expresado su intención de hacer lo mismo, en una reunión con Lapid en los márgenes de la Asamblea General de la ONU en Nueva York en septiembre, lo que ya provocó la reacción de condena tanto de la ANP como de Hamás, movimiento islamista que gobierna Gaza. La Unión Europea se opone fuertemente al traslado de cualquier embajada a Jerusalén, argumentando que solo debería suceder algo así una vez exista un acuerdo final del estatus de la ciudad dentro de un marco negociador que contemple dos Estados para el conflicto palestino-israelí.
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