Transmisión rápida
Los datos, de hecho, reflejan una transmisión muy rápida por todo el país (casi el 7 % de la población parece haberse contagiado en menos de un mes), con especial incidencia en la capital, Pionyang, y en municipios con alta actividad económica y enlaces logísticos como Nampo (oeste), Kaesong (sur) o Rason (noreste). Las cifras indican además que el 40 % de las muertes corresponden a mayores de 60 años, y que, a su vez, casi un tercio de los fallecidos tienen menos de 20 años. De hecho, la Organización Mundial de la Salud (OMS) expresó el martes su preocupación por el hecho de que a la falta de vacunas se une el que gran parte de la población padece problemas previos de salud. La OMS pidió también a Pionyang que comparta información detallada de la situación con el organismo, que está dispuesto a compartir «apoyo técnico y suministros que incluyen test, diagnósticos, medicinas esenciales y vacunas», según indicó su director general, Tedros Adhanom Ghebreyesus.
Fallos en la respuesta inicial
La agencia estatal norcoreana KCNA informó hoy además de que el politburó celebró otra reunión el martes presidida por Kim Jong-un en la que se analizaron respuestas inadecuadas de «funcionarios del Partido y órganos estatales» a la crisis. Kim habló de «inmadurez», «actitudes negativas» o «flojera» en «la fase temprana» de la emergencia sanitaria, en la que, dijo, «el tiempo es vital». A su vez, alabó el nuevo sistema de «máxima emergencia» estatal a nivel epidémico, que según KCNA, ha movilizado a 3.000 militares para asegurar el suministro de medicinas o a 1,4 millones de funcionarios de salud pública, así como a estudiantes y profesores del sector médico. Aunque el régimen ha hablado de confinar «cada ciudad y condado» y la ausencia de observadores hace difícil evaluar la verdadera situación, medios con fuentes sobre el terreno apuntan a una cierta normalidad dentro del país, que se haya en plena campaña de siembra del arroz, fundamental para la despensa norcoreana, especialmente en un año de sequía aguda como este.
Es más, KCNA informó este miércoles que «se han organizado equipos de transporte de grano y verduras e instalado puestos móviles en cada pueblo y aldea para mejorar la comodidad de sus habitantes», lo que parece certificar lo que dicen estos medios especializados; que se permite salir de casa pero que casi todo el mundo tiene prohibido abandonar su municipio. Los medios norcoreanos han dicho además que dos grandes proyectos de construcción en Pionyang y el este del país siguen adelante como estaba previsto y que trabajadores agrícolas y voluntarios (Corea del Norte moviliza a gran parte de la población para ayudar en el campo) están enfrascados en el trasplante del arroz, tal y como muestran fotografías tomadas desde la frontera china o surcoreana.
Tercer día de silencio
En Seúl, el Gobierno surcoreano dijo este miércoles que el régimen ignoró, por tercer día, su comunicación para reunirse y tratar el envío de ayuda incondicional que ha prometido a su vecino. Varios medios han informado de aviones norcoreanos cargando suministros en aeropuertos chinos, mientras que Moscú y Pionyang trataron este martes directamente el envío de ayuda. Esto indica que el Norte no parece inclinada a emplear la pandemia como puente para retomar el estancado diálogo con Corea del Sur y EE.UU., algo que ha venido demostrando en los últimos tiempos con un plan de modernización armamentística que está detrás del número récord de ensayos de misiles este año y un inminente test nuclear. Muchos expertos creen a su vez que Corea del Norte, que lleva cerrada a cal y canto desde 2020, no parece por el momento dispuesta a aceptar ninguna vacuna, ni siquiera de Moscú o Pekín, por su reticencia a mostrar excesiva dependencia de potencias extranjeras o la necesidad de permitir la entrada de personal externo para asesorar los programas de inoculación.
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