Esa fuente evitó calificar de «permanente» la nueva presencia militar de EEUU en Somalia y afirmó que será «persistente», dado que Washington no planea dejar para siempre sus tropas en suelo somalí. Las fuerzas estadounidenses que abandonaron Somalia hace más de un año se desplazaron a naciones vecinas y han hecho visitas cortas a ese país dentro de su misión de entrenar a los militares somalíes y de la Unión Africana que combaten contra Al Shabab. El Pentágono concluyó que ese sistema no funcionaba bien y propuso a la Casa Blanca dar luz verde a un nuevo despliegue, así como aumentar su autoridad para lanzar bombardeos en Somalia y tratar así de neutralizar a líderes del grupo terrorista. El funcionario de la Administración de Biden explicó que, con esa manera de actuar, con fuerzas rotatorias que viajaban por semanas o meses, se desaprovechaba el tiempo transportando y empaquetando material, además de afrontar un mayor riesgo de ataques y de ver su labor interrumpida debido a la naturaleza temporal de su misión.
En paralelo, agregó la fuente, durante este tiempo Al Shabab se ha convertido en la filial del grupo terrorista Al Qada «más grande, más rica y más mortífera, desafortunadamente se ha hecho más fuerte». «Han aumentado el ritmo de sus ataques, incluidos contra estadounidenses», indicó el funcionario, quien remarcó que Al Shabab es actualmente «una prioridad notable» en la lucha antiterrorista. Hasta ahora, las fuerzas estadounidenses solo podían recurrir a bombardeos para defender a los militares aliados de Estados Unidos cuando enfrentaran una amenaza inmediata, según fuentes oficiales consultadas por el New York Times. Biden accedió a principios de mayo a desplegar a esos militares, una decisión que contrasta con su orden de retirar a las tropas estadounidenses de Afganistán, una medida cuya ejecución fue caótica.
El funcionario agregó que los soldados que ahora se desplieguen en Somalia continuarán con el trabajo de sus compañeros y desarrollarán labores de entrenamiento para convertir la inteligencia en operaciones, ofrecerán ayuda de defensa a los efectivos locales y «ocasionalmente» llevarán a cabo tareas ofensivas. Somalia vive una situación de conflicto y caos desde el derrocamiento en 1991 del dictador Mohamed Siad Barre, que dejó al país sin Gobierno efectivo y en manos de señores de la guerra y milicias islamistas, lo que ha llevado a expertos a considerarlo un Estado fallido. Al Shabab, grupo que se afilió en 2012 a la red Al Qaeda, perpetra ataques sangrientos con frecuencia en la capital, Mogadiscio, con el objetivo de derrocar al Gobierno central e instaurar por la fuerza un Estado islámico de corte wahabí (ultraconservador).
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