Sanitarios y policías en Shangái. | ALEX PLAVEVSKI

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La metrópolis oriental china de Shanghái continúa su estricto confinamiento a merced de la política de «cero covid» pese al agotamiento de sus residentes, mientras la prensa oficial insiste en que se puede vencer a ómicron y las redes sociales silencian las voces más críticas con las restricciones. El goteo de infecciones sigue en ascenso en la urbe, con 1.189 positivos y más de 20.000 contagios asintomáticos -Pekín no los computa como casos confirmados a menos que manifiesten síntomas- contabilizados este miércoles por los 994 de este martes y los 1.006 del lunes. Para hacer frente al mayor brote registrado en China -con más de 20.000 casos activos y más de 200.000 asintomáticos repartidos en varias provincias- desde que comenzó la pandemia, las autoridades han tirado de su libreto habitual, que implica fuertes restricciones a la movilidad, las fronteras cerradas al exterior y confinamientos de ciudades enteras como en el caso de Shanghái. Las restricciones en esta ciudad, la más rica de China y hogar de 26 millones de personas, comenzaron oficialmente el pasado 28 de marzo, aunque para entonces ya había edificios residenciales que llevaban semanas completamente aislados del exterior. Pese al agotamiento de los residentes, que han denunciado escasez de alimentos o directamente pavor ante la posibilidad de acabar en centros de aislamiento en los que la higiene brilla por su ausencia, las autoridades se mantienen inflexibles en su estrategia, y eso que la oleada se ha saldado hasta el momento con solo dos fallecidos.

Editoriales y megáfonos

China teme que abrir la mano suponga un abrupto aumento del número de muertes -preocupa que muchos mayores de 60 años no se hayan puesto la tercera dosis de la vacuna-, lo que se ha traducido ahora en una ofensiva propagandística en favor del «cero covid». «Ya hubo críticas desde Occidente cuando la variante delta del coronavirus comenzó a propagarse el año pasado. Son como un disco rayado. Ya hemos visto el gran fracaso de Estados Unidos y de Europa a la hora de contener la pandemia. O son ignorantes o tienen motivos ocultos. Sí, la situación en Shanghái es grave, pero otras ciudades chinas ya sufrieron brotes de ómicron y salieron adelante», despacha hoy el periódico estatal China Daily en un editorial. La consigna oficial es que «se puede vencer a ómicron» si se controla a tiempo, según el medio, y pone como ejemplos la «intervención temprana» realizada en las urbes de Shenzhen, Qingdao o Tianjin, algo que la de Cantón intenta replicar ahora -este miércoles confirmó 22 casos nuevos- con varias rondas de test y el cierre de paradas de metro y de edificios residenciales.

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En el caso de Shanghái, donde el virus ya se ha propagado entre la población, el rotativo defiende que «el confinamiento es necesario» y asegura que rendirse no es una opción: «Tenemos herramientas para evitar miles de muertes. Sería inmoral que alguien pida sacrificar vidas humanas a expensas del beneficio (económico)». Pero no solo de prensa oficial vive el régimen comunista, que también ha recurrido a que los trabajadores de prevención, enfundados en sus trajes epi, patrullen la ciudad con megáfono en mano para mandar de vuelta a casa a quien se salte el confinamiento. En Shanghái se han vivido también algunas escenas dramáticas como la protagonizada por un policía que, negándose a aportar pruebas, quería llevarse a una pareja a uno de los temidos centros de aislamiento por supuestamente dar positivo en uno de los múltiples test que se llevan a cabo en la ciudad, recoge el diario South China Morning Post. «Eres positivo si yo lo digo», aseveró el agente según una grabación de la conversación que se hizo viral en Internet. El Gobierno municipal anunció el lunes que pondrá en marcha una investigación para aclarar los hechos, y también hizo pública una disculpa sobre su gestión en la red social china Weibo, similar a Twitter, en la que se eliminaron los comentarios más críticos de los internautas.

La mayoría de ellos expresaban su decepción con los funcionarios, se quejaban sobre la dificultad de comprar comida o expresaban dudas sobre la viabilidad de aislar en centros de cuarentena o en hospitales a las decenas de miles de personas que han dado positivo. La administración central espera que sean las autoridades locales quienes pongan coto a la oleada, y mientras Shanghái sufre su peor semana de confinamiento hasta la fecha, el presidente chino, Xi Jinping, realiza una gira de inspección en la provincia insular de Hainan, donde ha aconsejado a los miembros del Partido Comunista que hagan todo lo posible para «garantizar que la vida de la gente mejore cada día». El primer ministro, Li Keqiang, hacía lo propio en la provincia de Jiangxi, en el este del país, desde donde pidió «esfuerzos para estabilizar la economía en un rango adecuado» y «seguir alerta ante las presiones a la baja», en aparente referencia a los rebrotes que amenazan con paralizar el país.