Horas después de la caída de los servicios asociados a Facebook, Intagram y WhatsApp, que han generado pérdidas de 6.000 millones para su creador Mark Zuckerberg, colea uno de los escándalos más acuciantes para la red social, que a la postre ha revelado al público que la empresa actúa de una forma muy diferente al discurso que mantiene de forma oficial.
Aunque la información publicada, elaborada a partir de informes y presentaciones internas y de conversaciones online entre empleados, no implica necesariamente que Facebook esté cometiendo ninguna ilegalidad, sí muestra decisiones éticamente reprobables y una priorización de los beneficios financieros ante cualquier reparo moral.
¿Qué revelan los documentos de Facebook?
En líneas generales, la gran conclusión que puede extraerse de la documentación filtrada a The Wall Street Journal es que los directivos de Facebook saben que las plataformas de la empresa (Instagram, WhatsApp y Messenger, además de la propia red social) son, en muchos casos, nocivas para los usuarios. No es algo del todo nuevo; muchos expertos en comunicación y tecnología han asimilado el comportamiento del cerebro en relación a las redes sociales con los estímulos que reciben las personas adictas a las drogas o al juego, por ejemplo. Estos efectos son más preocupantes, si cabe, en el caso de las personas jóvenes, cuyo desarrollo cognitivo está aun en ciernes, y a menudo presentan mayores necesidades de encaje y aceptación social que las generaciones que les preceden.
No obstante, estas revelaciones ponen sobre la mesa el hecho de que la compañía es perfectamente consciente de ello, y por tanto es el elemento que más indignación ha generado, por parte de los medios de comunicación y los usuarios. Al parecer, la propia empresa habría llevado a cabo investigaciones que determinan que Instagram es perjudicial para una parte de sus usuarios más jóvenes, y especialmente «tóxico» para las mujeres adolescentes. En este sentido, según los informes de la compañía, la red social de fotografías «agrava» los problemas que una de cada tres chicas tiene de su imagen corporal.
Otra revelación destacada es que los cambios en el algoritmo llevados a cabo en 2018 bajo el pretexto de «mejorar» la plataforma tuvieron el resultado opuesto y la convirtieron en un entorno más negativo, promoviendo contenidos que animasen a la confrontación y la discusión. Ya se sabe que el conflicto es siempre fuente de interés entre los humanos; sin embargo no contribuye a una mejor convivencia en sociedad.
¿Quién filtró los documentos?
La informante responsable de filtrar los documentos a la prensa es la exempleada de Facebook Frances Haugen, de 37 años y que en abril pasado renunció a su puesto en el equipo de la compañía encargado de proteger los procesos electorales en la red social.
En una entrevista en el programa televisivo 60 Minutes este pasado domingo, Haugen explicó que durante su tiempo como trabajadora de Facebook se sorprendió por la falta de voluntad por parte de la empresa para solucionar problemas que estaban causando daño a los usuarios, y de los que la firma tenía perfecta constancia.
«Se daban conflictos de interés entre lo que era bueno para el público y lo que era bueno para Facebook. Y Facebook una y otra vez elegía aquellos que le beneficiaban como ganar más dinero», dijo la informante.
Por estas revelaciones Haugen testifica ante el subcomité de Protección al Consumidor del Senado de Estados Unidos, que investiga las prácticas en Facebook a raíz de lo publicado en el Wall Street Journal.
¿Ha hecho Facebook algo ilegal?
A falta de que concluya la investigación por parte del subcomité del Senado, no parece que las prácticas de Facebook constituyan ninguna ilegalidad, pese a que puedan ser moralmente reprobables.
Eso sí, dado que altos directivos de Facebook como el propio consejero delegado, Mark Zuckerberg, ya han testificado múltiples ocasiones ante el Congreso de EE.UU. y siempre han defendido a la empresa a capa y espada, los documentos filtrados podrían revelar inconsistencias o contradicciones con esos testimonios.
Si se demostrase que directivos de Facebook mintieron o escondieron información del Congreso de forma deliberada, eso sí podría considerase un delito de perjurio.
Al margen de cualquier potencial implicación legal, las revelaciones sí pueden tener consecuencias políticas y acelerar la regulación por parte de los Gobiernos en todo el mundo de los contenidos de internet y de la responsabilidad de las plataformas sociales.
En este sentido, la portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki, dijo este lunes que los documentos de Facebook «dejan claro que la autoregulación no está funcionando» y que «refuerzan la gran preocupación que el presidente (Joe Biden) y legisladores de ambos partidos han expresado sobre el poder y la manera de operar de estos gigantes mediáticos».
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