Estado Islámico del Gran Jorasán (ISIK) surgió en 2015 como una delegación territorial de Dáesh, la organización que conquistó grandes áreas de Siria e Irak e impulsó una campaña propagandística sin precedentes dentro del mundo salafista.
Mientras Dáesh promulgaba y defendía su califato de infausto recuerdo, cuando se hallaba en su momento cumbre, apareció esta escisión territorial que juró lealtad a su líder, Abu Bakr al-Baghdadi. En aquel entonces los milicianos de negro del Dáesh controlaban ciudades de millones de habitantes y kilómetros y kilómetros de áreas rurales, dando la batalla a las potencias extranjeras que la combatían con apoyo de etnias locales como los kurdos.
Los expertos en inteligencia y conflictos internacionales coinciden en señalar que ISIK y los talibán son enemigos acérrimos y declarados desde prácticamente el principio de su existencia, y desde entonces se han producido enfrentamientos armados y atentados en ambos sentidos.
En los últimos tiempos la relación se ha tensado todavía más, sin perjuicio de que su ideología sea parecida, después de que los militantes del Dáesh afgano no perdonaran a los talibán su gesto de negociación con Estados Unidos, un gesto que está a punto de propiciar la salida del país de las tropas norteamericanas tras veinte años de presencia.
El ámbito de actuación de ISIK no se circunscribe únicamente a Afganistán, también se arrogan un supuesto derecho sobre Pakistán y una parte de India. De hecho la nomenclatura de «Gran Jorasán» hace referencia a una región histórica musulmana, algo parecido a Al-Ándalus con respecto a la Península Ibérica, que ocupa grandes extensiones del oeste, sur y centro del continente asiático.
La filial emprendió su lucha focalizada en el este de Afganistán, en pleno apogeo de la organización matriz, y es enemigo jurado tanto de los talibán como de Al Qaeda, cuya presencia en la región es más bien testimonial.
En su comunicado, en el que se atribuyeron el ataque de este jueves, acusaron a los talibán de «colaborar» con las fuerzas estadounidenses para evacuar a «espías» lejos de sus fronteras.
En los últimos tiempos ISIK ha sufrido derrotas militares y la detención o ejecución de algunos de sus principales líderes, incluyendo la llamada 'madre de todas las bombas', la GBU-43/B Massive Ordnance Air Blast (MOAB), que la administración Trump autorizó a utilizar contra esta facción segando la vida de casi cien militantes de una sentada.
Finalmente ISIK ha terminado creciendo en adeptos al albor del caos en que se ha visto sumido Afganistán. De este modo ha seguido perpetrando atentados, también en Kabul, contra autoridades locales y fuerzas extranjeras.
Con los talibán ya prácticamente al mando del país, ellos se antojan como la principal amenaza en términos de seguridad.
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