Sin embargo, para comprender también esas películas y libros hay que contextualizar el conflicto de Afganistán, pues este país estuvo en guerra mucho antes de que las tropas estadounidenses y sus aliados internacionales entraran en su territorio en diciembre de 2001 (tras los atentados del 11S) con el objetivo de desmantelar a la red terrorista Al Qaeda y la eliminación de los talibanes del poder para hacer de este país un lugar seguro.
Para entender lo que ha sucedido y está sucediendo allí hay que remontarse a los años 80, cuando la extinta Unión Soviética invadió militarmente el país, algo que desencadenó una guerra de 14 años. Tras su fin, en 1992, se abrió un periodo de inestabilidad política en el país en el que un grupo de guerrilleros muyahidines –combatientes por la yihad (guerra santa) armada- toma el control y asienta las bases de lo que posteriormente serían los talibanes.
Un buen reflejo de parte de esta historia se muestra en la película “La bestia de la guerra” (1988) dirigida por Kevin Reynolds. Ambientada en 1981, narra el terrible ataque que una unidad de tanques soviéticos lleva a cabo contra un pueblo pastún que alberga a un grupo de combatientes muyahidines, y que posteriormente empuja a estos últimos a ir tras uno de los vehículos en busca de venganza.
La tercera parte de la saga Rambo (Peter MacDonald) (1988) tampoco pasa por alto el conflicto afgano-soviético, es más, la escena final de la cinta tiene una dedicatoria a los talibanes que ayudaron al personaje de Sylvester Stallone a rescatar al Coronel Trautman de la mano de los soviéticos: «La película está dedicada a los valientes combatientes muyahidines de Afganistán”.
Desde el otro lado de la trinchera, el cineasta ruso Ali Khamraev lanzó en 1983 la cinta “Hot summer in Kabul”, en la que un médico ruso viaja a Afganistán durante la guerra y ve de primera mano la carnicería causada por los muyahidines islamistas hacia el gobierno socialista ruso.
Libros
La literatura tampoco se queda atrás. La premio Nobel de Literatura de 2015, Svetlana Alexiévich publicó en 1989 “Los muchachos del Zinc” una controvertida historia que trata sobre las tropas soviéticas que combatieron en Afganistán en los 80, cuyos muertos volvían a casa en ataúdes de zinc mientras su país no reconocía la existencia del conflicto.
La intrusión de las tropas estadounidenses en Afganistán tras el atentado a las torres gemelas el 11S de 2001 y su permanencia en el país durante 20 años también se ha reflejado en la literatura y en la cinematografía.
Inspirada en hechos reales, “Osama” (Siddiq Barmak, 2003), cuenta la historia real de una joven que se disfrazaba como un niño para poder trabajar, ya que su tío y su padre habían muerto y sin un hombre en la familia, su madre, su abuela y ella misma ni siquiera podían salir de casa, por lo que estaban condenadas a morirse de hambre.
La cinta, ganadora del Globo de Oro 2004, fue la primera filmada íntegramente en Afganistán desde el primer ascenso al poder y la posterior caída de los talibanes.
Una historia parecida es la que narra la cinta de animación “El pan de la guerra” (Nora Twomey, 2017, nominada al Óscar a la mejor película animación) basada en la novela de Deborah Ellis, y en cuya producción participó Angelina Jolie. Cuenta la historia de Parvana, una joven que debe cuidar de su familia cuando su padre es encarcelado injustamente.
La afamada novela de Yasmina Khadra “Las golondrinas de Kabul” se convirtió en un filme de animación dirigido por Zabou Breitman y Eléa Gobbé-Mévellec, donde una pareja de enamorados en el verano de 1998 sueñan con un futuro mejor, a pesar de la violencia y las penurias
Las novelas “Cometas en el cielo”, “Mil soles espléndidos”, “Y las montañas hablaron”, del médico afgano estadounidense Khaled Hosseini, conforman un tríptico inigualable para entender el conflicto afgano, el ultraconvervadurismo talibán y los nulos derechos que tiene la mujer bajo este régimen.
Aunque no es afgana, la pakistaní Malala Yousafzai -Premio Nobel de la Paz 2014- sabe de primera mano lo que es enfrentarse a los talibanes (fue tiroteada en la cabeza por defender su derecho a ir a la escuela). Tras salir del país, la joven escribió “Yo soy Malala”, una autobiografía que dedica a todas las niñas.
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