Las muestras de dolor y solidaridad con las familias de las víctimas se han sucedido durante todo el sábado | Efe

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Pasadas las primeras horas desde la trágica noche del viernes, Víctor Cardona relataba este sábado a media tarde, con serenidad y un punto de emoción, la experiencia de los atentados y la resaca del día siguiente. Vive en el distrito X, uno de los escenarios de los tiroteos, aunque no en las proximidades, a unos quince minutos, «las primeras informaciones pasaban de móvil en móvil, acababa de salir del trabajo y mi primera preocupación fue el modo de volver a casa, las calles estaban cerradas al tráfico, coger un taxi era imposible, mi lugar de trabajo está en el extrarradio, la única opción que quedaba era el metro».


Estaciones cerradas

El metro se convirtió en prácticamente el único medio de transporte público desde que comenzaron los atentados, «al principio la información era confusa, la única fuente era el twiter, en el metro nos fuimos contando lo que cada uno sabía, fue el primer gesto de solidaridad y de preocupación compartida porque normalmente cada uno va a lo suyo y no se habla. Hubo un momento de pánico, cuando salimos, la gente se fue disparada a sus casas», cuenta este periodista mahonés que trabaja en la firma francesa Yves Rocher.

Las estaciones de metros más próximas a su destino estaban cerradas y las de ferrocaril más importantes, las del Norte y del Este, ambas en el distrito X, también, por lo que llegó a su domicilio a las 11 de la noche, desde entonces estuvo pendiente de las noticias, «corrieron muchos bulos de más atentados, estaba preocupado», hasta que salió el presidente Hollande, «luego estuve enganchado a internet para saber más».

Ayer las secuelas se reflejaban en la calle, «vivo en el barrio hindú, siempre muy animado, hoy no había ambiente, poco a poco se ha recuperado el ritmo pero no la sensación de calma. Estoy en la estación del Norte, bulliciosa siempre un sábado a estas horas y hoy está casi desierta».

Confiesa que sintió miedo con las primeras noticias de los atentados y cree que el duelo va a ser largo, «esta vez la herida en la sociedad francesa es más profunda, no se esperaba, mi impresión es que esto va más lejos», concluye.

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Maties Pons Sansaloni, psicoanalista, residente en París: «Pasé miedo por mis hijos, los dos estaban en la calle»

Maties Pons Sansaloni es de Ferreries, ejerce como psicoanalista en París, donde lleva establecido 40 años. Está casado con Isabelle y es padre de dos hijos, Richard, de 25 y Miquel, de 23, «pasé miedo por los chicos, a última hora del viernes los dos estaban fuera, fue mi mayor preocupación», contaba ayer por la mañana con un tono de gran naturalidad.


«Fermée»

La familia reside en uno de los distritos de los atentados, el X, «aunque no estamos cerca». A la hora en que ocurrieron los sucesos, «estábamos en casa, mi mujer y yo leíamos tranquilamente en la cama, uno de mis hijos había ido a arreglar unos papeles al despacho y el otro a un concierto de música. Nos llamaron a medianoche y entonces intuimos que pasaba algo raro, no era normal», relata. La llamada era para advertirles de la suspensión de actividad programada para los días siguientes, «mi mujer, que es biliotecaria, ha salido esta mañana para ir a la biobliteca y colgar el cartel de fermée, cerrada, que es el encargo que recibió anoche. A mí también me han suspendido consultas».

La inquietud repentina se calmó con el regreso de los hijos, que tuvieron que volver a pie porque se paralizó el transporte público en ese barrio.

«Ahora viviremos días de miedo, es normal, hasta recuperar la normalidad, hoy todo está cerrado, el ambiente en la calle es desolador», dice con aplomo profesional en el contexto del panorama de tristeza que ayer ofrecía París. «Ha sido muy triste, brutal, en la sala Bataclan había gente muy joven, hoy no hablamos de otra cosa, tengo un nudo en la garganta y lágrimas en los ojos, la emoción es inevitable», después de hablar con la familia de Ferreries y con los amigos que se pusieron en contacto ayer con ellos.

Pons Sansaloni recuerda que lo del Charlie Hebdo ya fue impresionante y no se temían otros atentados tan brutales, «creo que van dirigidos a la liberté, egalité y fraternité, a lo que significa París como capital que representa los valores más valiosos de la humanidad y que mueven el espíritu de tanta gente. Hasta el presidente Obama aludió a ellos en su primer discurso», comenta con ánimo.