En su habitual rueda de prensa de verano, la jefa del Gobierno alemán aseguró que el plan de Berlín y París está en gran medida «consensuado» e incluye un reparto justo, teniendo en cuenta el volumen de la población de cada país y su fortaleza económica.
Además, la propuesta franco-alemana para afrontar la crisis de los refugiados contempla asimismo una redefinición de los países de origen considerados seguros y la intensificación de los esfuerzos diplomáticos para estabilizar naciones y tratar de frenar conflictos como el de Siria.
«Europa en su conjunto debe moverse», aseguró la canciller, que considera imprescindible «repartir cargas» entre los distintos países y cree que algunos puntos del Procedimiento de Dublín no son válidos en la situación actual.
A su juicio, si la UE fracasa en su intento de dar respuesta al reto de la crisis de los refugiados, los Veintiocho corren el riesgo de «romper el vínculo» que une a Europa con los «derechos humanos universales», un elemento fundacional y fundamental del bloque.
Los ministros de Interior de Francia y Alemania, agregó la canciller, serán los encargados de explicar en detalle esta iniciativa a algunos de sus homólogos el próximo 14 de septiembre.
A este respecto, resaltó que no acepta las excusas de algunos países, que han pedido no aceptar refugiados musulmanes porque son de mayoría católica, ya que está por encima «la dignidad de cada persona».
En el ámbito nacional, Merkel avanzó que para esta «gran tarea nacional», que ocupará al país por un «largo período de tiempo», su Gobierno está ultimando un paquete de medidas, legales y financieras de más de 10.000 millones de euros.
La jefa del Gobierno alemán agregó que este plan nacional no pone en cuestión la estabilidad presupuestaria este año.
Este paquete, que probablemente se aprobará el próximo 24 de septiembre, prevé una reforma del proceso de asilo para hacerlo más ágil (mejorando también el procedimiento de devolución), así como la construcción de más centros de acogida.
Asimismo, incluirá un reparto «justo» de los costes entre el Gobierno central, los Länder y los municipios porque, aunque estos dos últimos son los encargados por competencias de atender a los peticionarios de asilo, Berlín se compromete a descargarlos sustancialmente de esta tarea.
«La federación hará todo lo que esté en su mano», aseguró la canciller.
Por último, el paquete legislativo incluirá fondos para integrar a los asilados admitidos, a través de cursos de alemán, así como con «perspectivas laborales» y de tener un hogar.
Además, Merkel aprovechó para reiterar los «límites» de la libertad de expresión y recalcó la «tolerancia cero» del Estado contra la violencia ultraderechista contra los refugiados.
«Tiene que haber un claro distanciamiento ante los radicales. Ninguna experiencia biográfica o histórica puede servir de excusa para justificar ciertas actitudes», dijo la canciller.
La propia Merkel, en su visita de solidaridad a un centro de refugiados en Heidenau (este de Alemania), fue recibida por algunos ciudadanos al grito de «traidora».
Contra una de las personas que insultaron a Merkel se ha abierto un sumario por injurias e incitación al odio racial.
Merkel dijo que pese a todos los episodios orquestados por ultraderechistas, hay otras reacciones de personas que ayudan a los refugiados y que se oponen a los agitadores de ultraderecha que le producen gran satisfacción y pidió más respaldo para esos ciudadanos.
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