Los argentinos han vuelto este martes a las calles para exigir que se aclare la muerte del fiscal Alberto Nisman, último capítulo de una tragedia que comenzó hace 20 años con uno de los atentados más sangrientos de la historia del país.
Los informes preliminares de la autopsia, que han confirmado que Nisman se disparó un tiro en la sien con una pistola calibre 22 que se encontró bajo su cuerpo, en su domicilio de Buenos Aires, no han sido suficientes para despejar las dudas que rodean a su muerte.
La fiscal del caso, Viviana Fein, ya adelantó que se investigará si la muerte del fiscal, que trabajó durante ocho años para esclarecer la trama del atentado contra la mutual judía AMIA y terminó denunciando a la presidenta argentina, Cristina Fernández, por presunto encubrimiento de terroristas, se debió a un «suicidio inducido».
Precisamente Fernández rompió a última hora su silencio con una extensa carta colgada en una red social en la que denunció la existencia de una historia «muy sórdida» y de «interrogantes» tras la muerte de Alberto Nisman y defendió los intentos de su Gobierno por esclarecer el atentado contra la AMIA, que dejó 85 muertos en 1994.
«En el caso del ¿suicidio? del fiscal a cargo de la causa AMIA, Alberto Nisman, no sólo hay estupor e interrogantes, sino que además una historia demasiado larga, demasiado pesada, demasiado dura, y por sobre todas las cosas, muy sórdida. La tragedia del atentado terrorista más grande que se produjo en la Argentina», señaló la mandataria.
Fernández alertó también contra intentos de «desviar, mentir, tapar y confundir» sobre el atentado contra la AMIA y cargó contra agentes de Inteligencia y medios opositores.
Horas antes, el Gobierno autorizó la desclasificación del material de inteligencia que utilizó el fiscal de la causa AMIA.
Mientras, la oposición reclamó una investigación exhaustiva y advirtió de la gravedad de los acontecimientos.
«Estoy consternada. Me parece algo absolutamente grave, de una gravedad institucional muy fuerte», denunció la diputada Patricia Bullrich, quien había convocado a Nisman a exponer este martes ante una comisión de la Cámara de Diputados.
Para la diputada opositora Elisa Carrió, el caso es fruto de una «guerra de los sótanos del poder», «de una guerra judicial loca».
El aspirante a la presidencia por el Frente Renovador Sergio Massa pidió la suspensión del acuerdo alcanzado con Irán en enero de 2013 y que, según Nisman, incluía el presunto encubrimiento de los terroristas iraníes.
En medio de estos reclamos de justicia, el juez argentino Ariel Lijo suspendió las vacaciones de su juzgado para tramitar la denuncia de Nisman contra la presidenta y pidió que sean resguardadas las pruebas que manejaba el fiscal.
Tras ocho años de investigaciones, Alberto Nisman denunció el pasado miércoles a Fernández por considerar que el memorándum de entendimiento aprobado en enero de 2013 con Irán incluía un presunto encubrimiento de los sospechosos del atentado contra la AMIA a cambio de las relaciones comerciales y el intercambio de petróleo por granos en un contexto de crisis energética en Argentina.
La denuncia de Nisman constaba de 300 páginas amparadas por grabaciones telefónicas que, según el fiscal, corroboraban sus acusaciones.
La oposición reclamó este martes que se mantenga su línea de investigación y le rindió un homenaje en el Congreso, aunque el mayor reconocimiento a la figura del fiscal se ha registrado en las calles de las principales ciudades del país, donde miles de personas, convocadas a través de las redes sociales, se han movilizado para reclamar la verdad y pedir justicia y han vuelto a hacer sonar su cacerolas contra el Gobierno de Fernández.
En la capital, miles de personas se concentraron en la emblemática Plaza de Mayo, con pancartas y carteles con consignas como «Yo soy Nisman», «Justicia por Nisman» o «Todos somos Nisman», y frente a la residencia presidencial de Olivos, en las afueras de la ciudad.
En la Plaza de Mayo se escucharon eslóganes como «que se vayan todos, que no quede ni uno solo», «se va a acabar, se va a acabar la dictadura de los K» y hasta gritos de «asesina» dirigidos a la mandataria argentina.
La concentración de Buenos Aires alcanzó puntos de máxima tensión cuando varios manifestantes intentaron saltar las vallas que acordonan la Casa Rosada, que preside la Plaza De Mayo, y se registraron cuatro heridos por inhalación de gas pimienta.
Nisman, de 51 años y que estaba al frente de la Unidad Fiscal Especial de Investigación del Atentado a la AMIA desde 2004, había asegurado esta vez que tenía pruebas que demostraban que, tal como apuntaba la investigación y la comunidad judía, Irán y la organización Hizbulá estuvieron detrás de la planificación y ejecución de ese ataque.
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