La sala del Ateneu presentaba algunas sillas vacías y el poco interés quedó demostrado al formularse solo dos preguntas del público | Javier Coll

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Si los seis menorquines que forman parte de las candidaturas al Congreso de los principales partidos consiguieran un escaño, lo que por suerte es imposible, tampoco se pondrían de acuerdo para desbloquear el gobierno del país. Esta es una de las pocas conclusiones que se pueden extraer del primer debate electoral, organizado por el Ateneu de Maó, que sigue fiel a sus responsabilidades sociales, como explicó su presidenta, Margarita Orfila.

Una noche antes del inicio de la campaña electoral más corta, los candidatos de PSOE, PP, Unidas Podemos, Ciudadanos, Més per Menorca y Vox siguieron fielmente el guión de sus líderes, con pocas aportaciones originales y sin hablar casi de Menorca, solo una referencia a los generadores «fantasma» por parte de Maite Torrent (PP).

La candidata popular se aferró a la economía, para vender la imagen de que en tiempos revueltos como los que se anuncian siempre es mejor embarcarse con su partido y no con los que «gastan lo que no tienen». Lo mismo que Casado.

Pau Morlà, que el 28-A consiguió el escaño de diputado por el PSOE, argumentó los intentos para formar gobierno. Primero los presupuestos rechazados, después la oferta de coalición y finalmente el pacto programático. Lo mismo que Sánchez.

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Morlà reconoció que como diputado ha «hecho menos de lo que hubiera querido» aunque presentó una original lista que incluye una gestión por cada municipio de Menorca: nuevos juzgados (Ciutadella), nueva comisaría (Maó), cesión de Es Polvorí (Alaior), depuradora de Addaia (Es Mercadal), demarcación de Costas (Es Migjorn), municipio pionero en transición ecológica (Sant Lluís), nuevo equipamiento cultural (Es Castell), gestiones sobre S'Enclusa (Ferreries).

Nati Benejam, de Unidas Podemos, se preguntó «quién va a pagar el coste de la nueva crisis cuando no hemos salido de la última». Se respondió: «los mismo de siempre», los que menos recursos tienen. Y relacionó las medidas que contiene su programa, el mismo que explica Pablo Iglesias.

Uno de las escasas réplicas la dio Blanca López (Cs) a Nati Benejam sobre la propuesta de UP de subir los impuestos a las rentas más altas. «Esto ya se hace -dijo López- y necesitamos que venga capital y no que se vaya». Lamentó que haya partidos que critiquen a Amancio Ortega de Zara por sus donaciones a hospitales cuando es un empresario que paga sus impuestos en España. La candidata de Cs optó por plantear medidas económicas (los 1.200 euros para familias con dos hijos, por ejemplo) y habló poco de Catalunya. Lo mismo, pero con grados distintos, que Rivera.

Los voz de Bartolomé Torres (Vox) retumbó en el Ateneu cuando desglosó las propuestas de su partido: unidad de España, la derogación de las leyes de violencia de género y memoria histórica, supresión de la autonomía catalana, ilegalizar partidos, asociaciones y ONGs que «destruyan la nación», máxima protección a la bandera nacional y al himno, deportar a los inmigrantes legales que hayan cometido un delito leve, levantar un muro en Ceuta y Melilla y unas cuantas cosas más. Lo mismo o incluso más que Abascal.

Patricia Font (Més per Menorca), la única que en ninguna intervención consumió el tiempo asignado a cada candidato, mostró su preocupación por el «cambio social de retroceso» y opinó que la ingobernabilidad es porque existen «demasiados egos y testosterona». No cree que cambie el escenario y reivindicó lo mismo que repite su partido: son el único menorquín que no depende de nadie, aunque forma parte de la coalición Més Esquerra