Numerosos críticos y expertos en consumo han señalado los aspectos negativos del Black Friday, que no solo se limita al viernes, sino que abarca toda una semana de excesos. Esta jornada se ha convertido en una oportunidad de despilfarro, con compras innecesarias que afectan especialmente a los pequeños comercios, incapaces de competir con las grandes superficies. Originario de Estados Unidos, el 'viernes negro' ha evolucionado hasta convertirse en el día con mayor volumen de ventas a nivel mundial, generando un frenético flujo de transacciones económicas.
Aunque el Black Friday continúa siendo el evento de compras más importante a nivel mundial, según un análisis de McKinsey & Company, el Green Friday está ganando cada vez más adeptos, presentándose como una alternativa consciente y sostenible. Cada vez son más las marcas y empresas que se suman a esta iniciativa, buscando reducir el impacto del consumismo desenfrenado. Como es el caso del diseñador británico Christopher Reaburn, quien, en los últimos años, ha desactivado la sección de compras de su página web durante este día, promoviendo un enfoque más responsable hacia el consumo.
Otra tienda que se ha unido a este cambio ha sido Ikea, donde aprovechan para dar una segunda vida a los muebles. A través de su servicio de recompra, los clientes pueden vender sus muebles usados y recibir un vale para canjear en tiendas de la compañía sueca. El proceso es sencillo, basta con vender los muebles mediante la plataforma de transacción online, donde se detallan los artículos que participan y los requisitos. Tras completar la tasación, el cliente puede llevar el mueble a la tienda y recibir la tarjeta con el valor correspondiente. Con su propuesta de mercado circular, Ikea facilita la reutilización y el reciclaje.
En otros países como Francia, el Green Friday está respaldado por el Ayuntamiento de París. En múltiples campañas, el gobierno local ha lanzado una contundente crítica al 'consumo kamikaze'. Este movimiento denuncia que cada año la industria textil en Europa desecha cuatro millones de toneladas de ropa, mientras pone a la venta cinco millones, perpetuando un modelo insostenible. Además, evoca tragedias como la de Rana Plaza en Bangladesh, que tuvo lugar en 2013, donde el colapso de una fábrica textil se cobró la vida de más de 1.000 personas, evidenciando los devastadores costes humanos de la moda rápida.
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Planeta "B" no hay... pero tontos... sobran por todas partes, sobre todo en la juventud siendo manipulada como los del cartel.