Las dos frutas tiene un aspecto muy similar, pero existen diferencias que las separan. | Freepik

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Aunque es común confundir las mandarinas y las clementinas, estas frutas tienen diferencias notables. Ambas pertenecen al grupo de los cítricos y se caracterizan por su sabor dulce y refrescante, pero ciertos aspectos, como su origen, textura y contenido de semillas, permiten diferenciarlas.

Las mandarinas, cuyo nombre científico es Citrus reticulata, son conocidas por su sabor agridulce. Pertenecen a un grupo más amplio de variedades y tienen una piel que suele estar más adherida a la pulpa, lo que puede hacerlas un poco más difíciles de pelar. Estas frutas tienden a ser ligeramente más grandes que las clementinas y, en la mayoría de los casos, contienen semillas. Su temporada de cosecha comienza generalmente a principios del otoño y se extiende hasta finales del invierno.

Por otro lado, las clementinas son el resultado de un cruce entre la mandarina y la naranja. Este híbrido se distingue por ser más dulce que la mandarina promedio y por carecer de semillas, lo que las hace una opción favorita para quienes buscan una fruta más fácil de comer sin complicaciones. Además, las clementinas son de menor tamaño y tienen una piel más suave que se desprende con facilidad, características que también las hacen muy populares entre los niños. Su temporada suele empezar un poco más tarde que la de las mandarinas, alrededor de finales de otoño.

La principal diferencia entre ambas radica en el contenido de semillas y la facilidad para pelarlas. Mientras que las mandarinas suelen contener semillas y tienen una piel más firme, las clementinas son conocidas por ser libres de semillas, lo que facilita su consumo directo. Asimismo, la piel de las clementinas es menos rugosa, lo que contribuye a que se puedan pelar con mayor facilidad.

Otra distinción interesante es el tamaño. Las clementinas tienden a ser más pequeñas que las mandarinas, y su pulpa es más jugosa. En cuanto a sabor, las clementinas son más dulces, una característica derivada de su cruce con la naranja. Las mandarinas, por su parte, ofrecen un sabor ligeramente ácido, aunque siguen siendo deliciosas.

El hecho de que las clementinas no tengan semillas las hace muy convenientes para consumir en cualquier momento, sin necesidad de preocuparse por desecharlas. Esto, sumado a su piel fácil de retirar, las convierte en una excelente opción para meriendas rápidas y saludables.