El paracetamol se utiliza principalmente para aliviar el dolor y la fiebre. | Jarmoluk

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El paracetamol es uno de los medicamentos más conocidos. Sin embargo, también tiene algunos efectos desconocidos. El especialista en Salud Pública y Medicina Preventiva, Joan Carles March, explica que algunos de las secuelas más comunes que puede provocar este popular fármaco son: heces con sangre o negras, orina con sangre o disminución repentina en la cantidad de orina. También puede causar fiebre con o sin escalofríos (ausente antes del tratamiento y no causada por la afección que se está tratando), dolor en la parte baja de la espalda y/o en el costado (severo y/o agudo) y dolor de garganta (no presente antes del tratamiento y no causado por la afección que se está tratando).

Además, pueden aparecer manchas rojas en la piel, erupción cutánea, urticaria o picazón; así como llagas, úlceras o manchas blancas en los labios o en la boca, e incluso, ojos o piel amarillos. Otros efectos secundarios son sangrado o moratones inusuales. También puede dar lugar a un cansancio o debilidad inusual, a síntomas de sobredosis, diarrea, náuseas o vómitos, aumento de la sudoración, pérdida de apetito, calambres estomacales o dolor; así como hinchazón, dolor o sensibilidad en la parte superior del abdomen o en el área del estómago.

March también ha detallado que en la modalidad de 1 gramo de paracetamol pueden existir las siguientes efectos, catalogados como raros y que pueden llegar hasta 1 de cada 1.000 pacientes. Exactamente, puede producirse malestar, bajada de tensión y un aumento de las enzimas del hígado. Como muy raros, hasta 1 de cada 10.000, pueden darse reacciones alérgicas (como reacciones cutáneas), bajada de glucosa, alteración sanguínea y alteración del hígado y del riñón.

Efectos secundarios en la conducta

El citado especialista en Salud Pública precisa que el paracetamol tiene algunos posibles efectos secundarios en la conducta que son poco conocidos. «Este medicamento frena el dolor físico reduciendo la actividad en algunas áreas del cerebro, como la corteza insular. Pero estas áreas también están involucradas, por ejemplo, en nuestra forma de experimentar el dolor social. De tal manera que el paracetamol puede hacer que nos sintamos mejor tras un rechazo o una ruptura», explica. «Está demostrado por resonancia magnética que las mismas áreas de nuestro cerebro se activan cuando experimentamos empatía positiva (tener placer por experiencias de otros) y cuando experimentamos dolor», añade.

Riesgo de muerte

En este sentido, expone que «el paracetamol es idóneo para tratar el dolor leve o moderado y la fiebre al mismo tiempo, como en el caso de la gripe o para dolencias leves comunes como las cefaleas». No obstante, advierte que «su ingesta puede producir una serie de fenómenos adversos para la salud». Así, «cuando se administra en dosis muy altas o junto con bebidas alcohólicas puede ser tóxico y potencialmente mortal, en virtud de los daños que puede causar al hígado». Asimismo, precisa que «las personas que deberían tener más cuidado son las que padecen algún problema con el hígado».

March argumenta que, «según un estudio publicado en la revista Annals of the Rheumatic Diseases, los pacientes que toman el analgésico de forma rutinaria tienen un 63 % más posibilidades de morir de forma inesperada, un 68 % más posibilidades de padecer un infarto o un ictus y hasta un 50 % más posibilidades de tener una úlcera o sangrado estomacal». Además, «en 2013 la FDA alertó de que, en algunos casos excepcionales, el paracetamol puede causar el síndrome de Stevens-Johnson, una enfermedad de la piel caracterizada por una necrosis epidérmica potencialmente letal».