24-III-25 lunes
Fin de semana confuso, convulso. No consigo digerir saludablemente la serie de Netflix «Adolescencia», ni siquiera logro borrar la mirada del niño asesino de una compañera de clase, que me persigue implacablemente tanto en la vigilia como en el duermevela de la siesta. No incurro en spoiler alguno por cuanto el argumento es evidente desde las primeras escenas, filmadas en plano secuencia, con la cámara siguiendo a los protagonistas sin darles tregua. Portentoso el tercer episodio con el horror dibujándose paulatinamente en el rostro de la psicóloga, a medida que el niño Jamie va desgranando, como si no fueran con él, los complejos (misóginos en gran parte) y taras que le llevan a la terrible solución final.
Ni siquiera Carlos Boyero, el insobornable crítico de cine del diario «El País» resiste el magnetismo de una serie que pone patas arriba el siempre turbulento asunto de la adolescencia en el mundo de unas redes sociales que promueven el exhibicionismo narcisista y sus perversiones. Escribe Boyero: «’Adolescencia’ habla del uso y abuso de los adolescentes en esas redes sociales, de la necesidad de destacar, de ser deseados, admirados y queridos en la edad de la confusión, de la continua incertidumbre...».
Habrá que volver a la reflexión sobre esas redes sociales que hacen creer a los jóvenes que el éxito se mide por el dinero y/o la dominación de las mujeres, adiestrándolos para no mostrar emoción alguna, que es lo realmente perturbador de una serie que según algunos debería ser de proyección obligatoria en todos los institutos del Reino Unido y para otros, formalmente prohibida.
25-III-25 martes
Pero hay más: todavía no sabemos si se va a acabar publicando el libro «Odio», en el que el escritor Luisgé Martín (conocido y respetado), siguiendo la estela de Truman Capote y su escalofriante «A Sangre fría», y otros novelistas que han intentado, con mayor o menor fortuna, introducirse en la mente de los asesinos más sanguinarios para tratar de entender los mecanismos cerebrales que les impelen a cometer la maldad más execrable. En este caso, el escritor, Luisgé Martín, trata de explicarse y explicar la maldad intrínseca de José Bretón, capaz de asesinar fríamente a sus dos hijos e incinerarlos después para eliminar todo vestigio de prueba, en una impúdica exhibición de la malhadada «violencia vicaria» que trata de mortificar hasta la exasperación a la madre de los críos.
Pero en este otro caso, el asunto que trato de desbrozar para intentar (infructuosamente) entenderlo, no es cómo es capaz un niño de matar a un compañero/a de clase, o cómo puede un padre perpetrar una atrocidad semejante, sino cuál es el tratamiento más adecuado que la sociedad democrática debe dar a estas situaciones. En otras palabras: si tiene que prevalecer la intimidad de la madre y la memoria de los niños o la libertad de expresión y creación artística, sin olvidar el crucial detalle de que, en el caso de los niños asesinados por su padre, se trata de un hecho pavorosamente real. ¿Hace falta restregarlo por el irreversiblemente dolorido rostro de su madre y demás familiares?, máxime cuando nadie consultó con ella sobre la publicación del libro…
31-III-25 lunes
Otra cuestión harto espinosa: la absolución del exfutbolista Dani Alves de un delito de violación por el que había sido condenado en primera instancia... Parece que las cámaras de seguridad de la discoteca han sido decisivas para que primara la más genuina de las normas garantistas: la presunción de inocencia (in dubio pro reo), por mucho que vocifere la señora vicepresidenta María Jesús Montero, quien perdió una perfecta ocasión para callarse y hacer pedagogía en lugar de demagogia.
1-IV-25 martes. Dia d’enganar
«Donald Trump se queda mudo tras seguir un tratamiento contra la disfunción eréctil prescrito por su secretario de Estado de Salud, el reconocido negacionista de las vacunas Robert Kennedy».
2-IV-25 miércoles
No va de coña:
«Trump dice que ‘existen métodos’ para que pueda optar a un tercer mandato»... ¡¡Socorro!!