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Tiempos de certidumbre

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Cuentan que el martes el oro alcanzó su máximo precio histórico, rebasando los 3.000 dólares la onza para alcanzar los 3.020, ya que según los entendidos (entendidos en oro) se trata de un activo refugio en tiempos de incertidumbre. Igual que durante el imperio babilónico, por cierto, no veo yo por qué se llama incertidumbre a eso. Más parece una certidumbre histórica, como el hecho de que el mismo martes Israel, con el apoyo incondicional de EEUU, se saltase la tregua con bombardeos masivos al bulto y centenares de muertos (más de 400), heridos y desaparecidos, porque si bien en Gaza apenas queda nada que bombardear, todos estábamos seguros (convencidos) de que por poco que fuese, Israel lo encontraría. Siempre hay oro en las matanzas.

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Probablemente no conocerán la Paradoja de la Incertidumbre, porque me la acabo de inventar, pero si se fijan verán que en tiempos de incertidumbre, y según la tercera ley de Newton de acción y reacción, crecen paralelamente las certidumbres hasta alcanzar un tamaño monstruoso. De tal manera que cuanto más incierto parece todo, más convencidos estamos de lo que pasará y de lo que de ningún modo pasará, a la vez que con mayor certidumbre se expresan los dirigentes y comentaristas. Se diría que es precisamente el exceso de certidumbres lo que propicia este tiempo de incertidumbre. La certidumbre de que el oro alcanzará su máximo histórico, la certeza de que el Estado de Israel proseguirá sus bombardeos, la certidumbre tan repetida de que Europa necesita más armamento, y debe rearmarse con urgencia. Nunca tenemos tantas certezas como en los llamados tiempos de incertidumbre.

Ahora mismo se me ocurre otra, a propósito del clamor por la defensa europea. Seguro que ningún país mencionará, y es una idea muy vieja, que para que Europa pueda defenderse necesita unas Fuerzas Armadas, y no 27. Lo que como toda fusión empresarial, no exige más armas y soldados, las ahorra. Ni se lo plantean. Como tampoco oponerse en serio a Israel, al que solo ruegan contención. Tengo más certidumbres, pero no les abrumaré. La incertidumbre se puede aguantar, estamos muy acostumbrados. En tiempos de incertidumbre, lo malo son las terribles certidumbres.