Internet ya no es lo que era. Me acuerdo de que al principio que tuve acceso a Internet, tecleabas un nombre y te salía hasta el número de zapato que calzaba uno. Con el tiempo nuestro pasado se ha borrado. Tras la irrupción de la IA su «memoria» además es selectiva. Vamos, que el PP es corrupto y el PSOE un ejemplo a seguir.
Por suerte, la libertad de leer libros y de momento, poderlos elegir, sigue vigente. Igual ocurre con los artículos de opinión, de redacción y propagación, aunque en eso sí, uno debe elegir la cabecera a la que suscribirse, no sea que esté subvencionada con dinero público y al servicio del ministerio de Propaganda de Goebbels. Y por suerte o desgracia, existen también las RRSS. En estas hay de todo, desde las fábricas del fango unas, y de los bulos otras, hasta la ignorancia más descabellada o de la verdad irónica más real.
Es en estas mismas RRSS donde últimamente he podido consultar declaraciones de Irene Montero, por aquel entonces ministra de Igualdad del Gobierno del marido de la Begoña, en la que explicaba a una colaboradora suya de que la bajada de cifras en la manifestación del 8M de la covid era debido al miedo de la gente por el virus, y afirmaba que ella no lo iba a decir por prudencia, porque no quería generar pánico, más teniendo en cuenta las decisiones drásticas que tomaban otras naciones y que estaban basadas más desde el sentimiento que por cuestiones médicas.
Otra declaración consultada ha sido la del ministro Puente cuando era alcalde de Valladolid y se burlaba del uso de la mascarilla como medida preventiva contra la covid, y ahora cinco años después de aquel arresto domiciliario inconstitucional al que se nos impuso a los ciudadanos, y tras la puesta en escena del documental 7291, hace campaña contra Ayuso. Vamos, que solo le faltaba añadir, aquello de que «si necesitaban ayuda, que la hubieran pedido».
Y ya para terminar, referirme al artículo publicado en estas mismas páginas por Manuel Aguilera «Lo mataron por llamarse como otro», en la que relata el asesinato durante la Guerra Civil por orden del agente estalinista Heriberto Quiñones, marido de Aurora Picornell, de Pedro Vila. Son hechos documentados. Son hechos reales. Están perpetuados en libros y en la prensa. Eso sí, hasta que los libros y periódicos sean proscritos y quemados e Internet borrado, censurado y acotado. Luego, solo existirá en la memoria de cada uno que haya tenido acceso a ello con anterioridad.
Terminada la memoria de uno, el virus del alzheimer gubernamental pulirá otra memoria, histórica o histérica, democrática o autocrática.
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