Menorca dispone de solo cinco años para cumplir las exigencias de la Unión Europea sobre el volumen de basura que puede ser enterrada.
En 2030, la Isla tiene que reducir en más de un 75 por cien los residuos que se depositan actualmente en el vertedero de Milà. La normativa de la UE impone que la basura que acabará en el vertedero no puede superar el 10 por cien de la vertida en 2010, año en el que se enterraron en Milà algo más de 44.500 toneladas.
Así, dentro de cinco años únicamente se podrán arrojar unas 4.500. Hoy, con la recogida selectiva, se soterran unas 20.000 toneladas, pero habrá 15.000 que superarán el límite fijado por las directivas comunitarias, recogidas en la Ley de Residuos de Balears. No queda otra alternativa que la incineración.
¿Hay recursos y capacidad para construir y mantener una incineradora en Menorca para quemar estas 15.000 toneladas al año? No. Naturalmente, todos los responsables políticos de Menorca ya dirigen su mirada a Mallorca, y concretamente a la planta de Son Reus, donde está la solución a este problema.
Hemos asistido a una controversia institucional entre el Consell de Eivissa y el de Mallorca al aproximarse el final de la vida útil del vertedero ibicenco de Ca na Puxa. Tras semanas de desencuentros, la institución mallorquina ahora está dispuesta a aceptar los residuos que genera Eivissa para ser incinerados en Son Reus.
Todo apunta que no serán los únicos, ya que también acabará quemando los de Menorca. Es, por tanto, el momento de diseñar y aplicar un proceso de reciclaje para separar los residuos antes de ser incinerados.
La presidenta Prohens convocará una conferencia de presidentes de los Consells en la que se abordará la «solución mallorquina» a las basuras de Eivissa y Menorca. El transporte marítimo balear incorporará pronto los buques cargados de residuos de las islas menores.
