En la mesita de noche tengo una brújula, y una navajita estupenda marca Gerber. No sé para qué, porque jamás al despertarme de madrugada he tenido que consultar la brújula, que además no brilla en la oscuridad, a fin de no extraviarme en sueños. Y eso sin contar que cuando estoy en la cama me traen sin cuidado los puntos cardinales, y no tengo intención de dirigirme a ninguno ni me hace falta orientarme con precisión. Para qué. Para ir a dónde. La navajita, muy buena para cortar salchichón, abrir cartas, deshacer nudos y destripar dispositivos cibernéticos, tampoco he llegado a usarla nunca en la cama, ni despierto ni dormido, y a veces me preguntó por qué me parece necesario tenerla ahí, con la brújula.
Quizá leí hace mucho que siempre conviene tener a mano una brújula y una navajita, o pensé que si me levantaba sonámbulo y salía corriendo (mi abuela me dijo que de niño tuve varios ataques de sonambulismo), me vendría bien coger antes esas herramientas, fuese a dónde fuese. Por si acaso. Que yo sepa nunca me ha vuelto a pasar, pero claro, ahora ya no está mi abuela para informarme. O tal vez lo que ocurre es que me gustan mucho las herramientas inservibles, me hacen compañía. Al lado de la mesita de noche, en la del ordenador, ya les conté hace años que tengo un pequeño martillito de latón, muy adecuado para fugarse de la prisión de Sing Sing haciendo un túnel y en cuyo mango oculta tres pequeños destornilladores, porque nunca se sabe cuándo necesitarás un destornillador. O tres.
Fue un regalo de alguien que conoce mis aficiones, y ahí está todavía, a dos palmos de la brújula, la navajita y una serie de pequeños y raros artilugios, entre los que destaca, en su funda, las mejores tijeritas del mundo. Destacan por su excepción, ya que esas tijeritas sí que las uso con frecuencia, mientras el resto de herramientas que atesoro nunca han cumplido su función, si acaso la tienen. Ahora la gente vive en pantallas, con herramientas informáticas, pero me refiero a las de verdad, sólidas y más o menos filosas. ¿Estamos en un mundo donde las herramientas más precisas son inservibles o de adorno? Seguramente, pero me gustan igual. Incluidas la brújula y la navajita.