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Pues parece que hemos entrado en una nueva carrera armamentística, en Europa no se habla de otra cosa, los diferentes Gobiernos insisten en ello, y aunque de momento los únicos invadidos que mueren por la patria son los ucranianos, casi todos los países europeos se sienten de pronto indefensos y temerosos de ser bombardeados. Muy inseguros. Ah, la seguridad, ¡cuántas inseguridades genera! Este delirio defensivo (¡A las armas, nos atacan!) era hasta ahora de boquilla, y se reducía a exigir más gasto en defensa (hasta el 4 o 5 por ciento) y menos en asuntos sociales sin importancia, como educación o sanidad, pero de pronto la señora Von der Leyen, que es nuestra jefa, empezó a concretar cifras y el delirio armamentístico se disparó.

Hay que movilizar 800.000 millones para defensa y seguridad, casi un billón, más o menos la mitad del PIB de España, de forma que si Rusia o China nos atacan, podamos responder de forma contundente. Ignoramos si con esos 800.000 millones en armamento estaremos a la altura de las grandes potencias bélicas (de EEUU seguro que no), ni cuántas cabezas nucleares se pueden comprar con esos millones. Y como para la seguridad, además de armamento hacen falta soldados, también ignoramos si se pretende movilizar, por ejemplo, a los emigrantes para que nos defiendan. Seguro que a alguien ya se le ocurrió. Y aun así, me temo que difícilmente alcanzaríamos el nivel defensivo adecuado. Quizá no ganaríamos ni a Corea del Norte, porque para una carrera armamentística se precisan líderes totalmente locos, como Putin, Netanyahu o el propio Trump, capaces de rentabilizar esas inversiones en armamento.

Espero que en Europa no haya gente así, decidida a invadir Rusia como Napoleón, o como la División Azul de voluntarios que Franco envió al sitio de Leningrado en la II Guerra Mundial, y cuyos restos reposan bajo la nieve en el cementerio de Nóvgorod. En serio, este delirio defensivo es lo que nos faltaba. ¿Y bastan 800.000 millones para sentirnos seguros? No, ni mucho menos. Se tendrán que movilizar muchas más cosas. Pero claro, si los mejores cerebros europeos insisten en que hay que armarse hasta los dientes, y lo proclaman a diario, seguro que estoy equivocado.