Miguel Juan Urbano
Miguel Juan Urbano

Redactor jefe de Sucesos en el diario Menorca

Adiós a las armas

Pan para hoy...

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Ha desaparecido aquella tensión irrespirable, aquella atmósfera de conflicto permanente que impregnaba las calles de Barcelona y del resto de la geografía catalana, manifestaciones a diario, desconfianza que se transformaba en odio entre vecinos y enfrentamientos irracionales entre familias y amigos. Fue la consecuencia de la imposición urdida por los arquitectos del procés que engañaron a tantos advenedizos, ilusionados con la quimera de un estado catalán.

El responsable de la aparente calma es el presidente del gobierno, Pedro Sánchez -hay que reconocérselo-, a pesar de que haya ninguneado a la justicia, retorcido el código penal y malinterpretado la Constitución en su propio beneficio. «Sí, es cierto pero no sabes cómo agradecemos los que vivimos en Catalunya esta situación frente a la que pasamos en 2017», me comenta un gran amigo.

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Seguramente no le falta razón, pero visto desde fuera la sucesión de prebendas a Junts y ERC a cambio de su imprescindible apoyo en el Congreso supone emprender un camino sin retorno. Sánchez está inyectando el aceite a la oxidada maquinaria del procés para volver a ponerla en marcha. Por los votos de los independentistas catalanes y nacionalistas vascos está facilitando la creación de un estado asociado, el catalán, con un concierto fiscal privilegiado, su propia Hacienda, condonación de deuda, indulto, amnistía, control de fronteras e inmigración.

Estas dos últimas concesiones son un salto al abismo para el estado español porque renuncia a la protección de su geografía lo que, por extensión, ya deja en entredicho la integridad territorial. Aterra imaginar qué pasará en Catalunya si vuelven a gobernar algún día los independentistas con todas las herramientas de las que ahora sí disponen para hacer realidad su sueño de desconexión. Pan para hoy y hambre para mañana.