El presidente de los restauradores de las Islas ya empieza con la matraca de que este año es imposible encontrar camareros para la temporada turística que se avecina y que, probablemente, volverá a ser histórica. Lo atribuye, of course, a causas ajenas al sector y culpabiliza a la falta de pisos en alquiler y a los precios desorbitados de la vivienda, que espantan a los españoles que antes venían desde la Península a trabajar. Como empresario del ramo con una larga experiencia, sabrá perfectamente cómo son las cosas. Lo que a mí, desde fuera, me asombra es que una isla como la nuestra, que ha duplicado su población en treinta años y que se ha llenado de «camareros» y personal similar de baja cualificación, tenga que recurrir perennemente a trabajadores de otros lugares. Vamos a ver. Esto es una isla. Aquí no es fácil vivir, necesitas un avión para moverte, la vivienda es carísima, la saturación turística agobia durante ocho meses al año, la pérdida de personalidad, identidad y referencias propias es brutal… y ni siquiera así tienen bastante. Necesitan más, entiendo que miles de personas más, temporeras, que saquen adelante el trabajo de la temporada. Llámame tiquismiquis, pero a mí este modelo económico me parece un fracaso. Hemos tragado con llenar la isla de hoteles, apartamentos, carreteras y autopistas, puertos deportivos, chiringuitos de todo tipo, medio millón de personas nuevas, guiris millonarios, guiris lumpen, influencers, chorizos y delincuentes llegados de todas partes, sintecho, de un urbanismo feroz… en resumen, hemos aceptado en silencio que el negocio turístico voraz destroce Mallorca y no basta. Nunca basta. ¿No hay camareros? ¡Cierra el restaurante y ábrelo en la Península!
El rayo verde
Ya basta
09/02/25 4:00
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