Los trabajadores sociales de Menorca piden más protección: «Recibimos amenazas, estamos continuamente en peligro»

Tras el asesinato de una educadora social en Badajoz reclaman más medidas de seguridad y denuncian su precarización y la falta de recursos para hacer su trabajo

Los profesionales del sector social convocaron un minuto de silencio en recuerdo de la educadora social asesinada en Badajoz a manos de tres menores tutelados. Se hicieron concentraciones en Maó, frente a la Casa de la Infancia, y en localidades como Es Castell, Es Mercadal y Sant Lluís.

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El asesinato de una educadora social en Badajoz, a manos de tres menores en un piso tutelado, ha conmocionado a los profesionales del ámbito de la atención social de la Isla, que ayer salieron a la calle para protestar frente a sus centros de trabajo y pedir más recursos a las administraciones. «Esta tragedia pone de manifiesto las carencias de seguridad y la precariedad laboral de nuestro sector», señalaba Adelina Moscardó, trabajadora social del Ayuntamiento de Sant Lluís.

Las concentraciones, convocadas por el Col·legi d’Educadores i Educadors Socials de les Balears y por el Col·legi Oficial de Treball Social de les Balears, tuvieron un gran seguimiento y, en Maó, llegaron a reunir a más de medio centenar de personas frente a la Casa de la Infancia, a las que se sumaron el director insular de Atención Social, Daniel García, y el concejal de Atención a las Personas, Enric Mas. Los alcaldes de Es Castell, Es Mercadal y Sant Lluís también asistieron a las concentraciones de sus municipios.

Más medidas de seguridad

Entre las reclamaciones del sector destaca la de un aumento de las medidas de protección y seguridad, para poder llevar a cabo su trabajo «sin miedo». «Cada día nos encontramos con situaciones de violencia y agresiones físicas, y nos cuesta hacer nuestras tareas», señala Paula Marcos, jefa de los Servicios Sociales de Es Castell, quien explica que a menudo atienden a personas que atraviesan situaciones difíciles y que presentan síntomas de inestabilidad emocional. «Esta semana, sin ir más lejos, vino un hombre que nos pidió comida y una pastilla, y nos dijo que si no se lo dábamos inmediatamente se pondría a matar gente», asegura.

Marcos afirma que el problema de la violencia en su día a día va en aumento, ya que las dificultades de cada vez más gente para llegar a fin de mes, sumadas a la crisis en el acceso a la vivienda, están incrementando la carga de trabajo de los servicios sociales y la desesperación de muchas personas. «La gente nos ve como el recurso que tiene que resolver todos sus problemas, y se enfadan si no podemos ayudarles en el tiempo y la forma que ellos quieren», lamenta. Además, en el caso de una isla pequeña como Menorca, las situaciones de acoso a los trabajadores no son infrecuentes. «Nos han llegado a decir que conocen a nuestros hijos y nos hemos encontrado con el coche de alguna trabajadora rayado», denuncian.

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Servicio esencial

Joan Marquès es educador social y trabaja en el programa Alter del Ayuntamiento de Maó, que atiende a jóvenes de 14 a 16 años en riesgo de exclusión social, y denuncia que muchas de las situaciones de violencia que se viven en el sector están invisibilizadas. «Este año está siendo tranquilo, pero hemos vivido muchos casos de violencia, porque en las aulas hay un clima muy tenso, y lo que ha pasado en Badajoz es un reflejo de la precarización de nuestras condiciones de trabajo», asevera. Por ello, pide una mayor inversión en lo social por parte de todas las administraciones. «No puede ser que un educador social tenga que trabajar él solo con doce jóvenes; esto ocurre y no es una excepción», añade, mientras lamenta que trabajar en el ámbito social se ha convertido en un «acto de militancia».

Desde Sant Lluís, Adelina Moscardó también denuncia las situaciones de violencia a las que deben hacer frente las trabajadoras sociales del municipio. «Nos vemos expuestas continuamente a situaciones de riesgo y peligro, e incluso recibimos amenazas, porque atendemos a personas que atraviesan situaciones complejas y viven procesos vitales difíciles», afirma.

También asegura que en el sector se están superando las ratios, que además han quedado desfasadas, lo que perjudica tanto a los trabajadores como a la calidad del servicio que se presta. «Estamos trabajando por encima de nuestras posibilidades», enfatiza.

Por todo ello, Moscardó pide más recursos a las administraciones y mejores condiciones laborales, así como un mayor reconocimiento de las distintas figuras profesionales del ámbito de los servicios sociales. «Durante la pandemia ya quedó evidenciado que los servicios sociales somos esenciales, puesto que tuvimos que seguir trabajando junto a los sanitarios, pero no estamos debidamente reconocidos», lamenta.

Desde el sector también solicitan una mejora de las políticas de prevención y que no se externalicen los servicios en empresas que priorizan los beneficios económicos, «sin poner en el centro a las personas atendidas».