El presidente del Parlament, Gabriel Le Senne, mantiene su agenda parlamentaria e institucional como si tal cosa (en realidad, no hay nada que se lo impida) pese al auto del juez Juan Manuel Sobrino que abre la puerta a un juicio por delito de odio como consecuencia de su actuación en el pleno de junio del pasado año en que se debatía la posible derogación de la ley de memoria democrártica de Balears. En aquel pleno, y a estas alturas resulta inncesario recordarlo, Le Senne expulsó a las representantes del PSIB en la Mesa por lucir camisetas con la imagen de Aurora Picornell y luego rompió un papel con esa misma imagen. El próximo martes presidirá el primer pleno de la Cámara del nuevo periodo de sesiones. Su agenda de la última semana ha incluido participar en la reunión de la la Coprepa.
La Coprepa es la Conferencia de presidentes y presidentas de Parlamentos autonómicos, la reunión de enero de este año se ha celebrado en Madrid y uno de los asuntos que se han analizado ha sido «la cortesía, decoro y dignidad en el debate parlamentario». Ni elegido por encargo. Precisamente Le Senne se escudó en la necesidas de guardar el decoro y cortesía cuando protagonizó alquel «incidente» que puede llevarle a juicio y por el que la oposición le pide que dimita.
El presidente del Parlament estuvo a un tris de dimitir hace un año, en enero de 2024, cuando la mayoría de su grupo parlamentario, Vox, votó su expulsión que, automáticamente, llevaba aparejado el abandono del puesto que ocupaba. En sus primeras declaraciones a los medios quedó claro, pero, desde la dirección estatal, recibió el encargo de que resistiera. Y resistió. Con la ayuda, entonces, del propio PSIB y de Més que promovieron una reforma reglamentaria para que casos así –expulsiones de grupo sin el aval de la dirección– no se repitieran. Y es que a Le Senne (eso se supo luego) le expulsaron sin avisarle antes de que iba a ser expulsado. Uno de los promotores preguntó en la reunión si no habría que avisarle antes para que no se enterara «por la prensa». Y alguien en esa reunión respondió que no, que de ninguna manera.
Gabriel Le Senne camina desde entonces por la cuerda floja. Es cierto que, de momento, quien de verdad puede hacerle caer son los tribuaneles, pero pese a la contundencia del auto del juez todavía queda por detrminar si existió delito de odio. Más claro queda si se atiende al contexto y si se sustituye la imagen, aunque sea en papel, de Aurora Picornell por otra. La de Miguel Ángel Blanco en un pleno sobre terrorismo, por ejemplo. O la de cualquier víctima de Auschwitz en un evento como el que se celebró el lunes en el Consolat de Mar y al que también asistió el presidente de la Cámara.
Y así empezará el martes 4 el periodo ordinario de sesiones del Parlament. Un pleno no legislativo que permitirá al Govern seguir buscando apoyos para las propuestas que dice tener en cartera, Presupuestos incluidos.