El dueño de Ryanair, Michael O’Leary, no es un tipo que le caiga demasiado bien a nadie, seguramente porque salió de la nada y se encumbró como uno de los empresarios más exitosos de su tiempo y eso escuece a mucha gente. Aunque no hace méritos precisamente con su arrogancia, su lenguaje soez y sus ganas aparentes de enemistarse con todo el mundo. Es un personaje controvertido que ha contribuido a esa «democratización» brutal de los viajes que ha acabado en masificación global. Pero quizá ahora tiene razón al llamar «loco comunista» al ministro español de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2040, Pablo Bustinduy, que le ha impuesto multas millonarias por los equipajes extra en sus vuelos. Dice O’Leary que la legislación europea le ampara y que el Gobierno español se inventa multas ilegales. Es posible. Pero lo sea o no, lo que no puede pretender Bustinduy ni ninguno de sus colegas en el Consejo de Ministros es jugar a dominar a la empresa privada. A mí me gusta lo público, siempre he apostado por una red fuerte y eficaz de servicios públicos. Por eso creo que si el Estado quiere que existan vuelos de bajo coste en rutas deficitarias y que sus pasajeros puedan llevar grandes equipajes sin coste adicional, debería crear una compañía aérea pública que cubra esa necesidad, no demonizar a las privadas. Lo mismo puede decirse de la telefonía, de las energéticas, del suministro de agua… todas las empresas potentes de las que el Estado se ha ido desprendiendo son hoy corporaciones privadas que hacen negocios, no hermanitas de la caridad. Esos impuestos que se sacan de la manga, esas multas, esas exigencias… si son tan «comunistas» como presumen, ya están tardando en demostrarlo.
El rayo verde
Comunistas
03/02/25 4:00
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