Directo al grano: Aunque apenados por continuar bajo el régimen sanchista, tal día como hoy parece adecuado para listar los deseos que cada uno de nosotros tenemos para el nuevo año que comenzamos. Así los que ya hemos superado la moda de imponernos propósitos como dejar de fumar, llevar una vida sana, hacer ejercicio, etc. somos esos que, contrariamente, pretendemos ejercer la libertad que nos concede la edad para no estar ni vivir sometidos a voluntades de modas esclavizantes.
Pero no es fácil resumir las esperanzas para el nuevo año. Cada uno tendrá sus propias expectativas. Natural. ¿Cuáles son en el caso de esta columna? Pues se lo cuento de forma somera y a modo de ejemplo.
A nivel nacional el mayor deseo es que caiga el gobierno sanchista y que se convoquen elecciones de las que salga un gobierno PP-Vox. Un gobierno decente y limpio, serio, democrático y con un Fiscal General respetable y cuyo móvil no pueda borrarse. Un Gobierno que no tenga imputados en sus cercanías. Un Gobierno que limpie los desagües naturales y avise cuando se adivinan desastres naturales. Un Gobierno que declare el estado de alarma «cuando toque» cuyo presidente no huya como un ratoncillo asustado a las primeras de cambio.
Por cierto, la caída del gobierno sanchista debería ser ejemplarmente wagneriana incluyendo un sonoro trompeteo final «romano y apocalíptico» para goce de todos los que lo hemos sufrido y escarnio para la historia.
Más: el nuevo gobierno debería respetar escrupulosamente a los demás Poderes del Estado sin pretensiones intervencionistas ni la Justicia debería sentirse cautiva. Y por supuesto también deseo que «Cariño, ¿te hace un gin tónic esta noche en el Hat?» deje de manosear el Congreso y se vuelva a Inca. Otro sí: también deberían subir los precios de las copas en el bar del Congreso. Facilitan la dispersión y provocan altercados verbales en el atril. ¡Ah, y debería derogarse ya la ley de lenguas, esa que propuso una renacida Babel, en la Casa Común de los Diputados, por ser una patochada que nos ridiculiza a todos!
LA LABOR DE ESTE NUEVO GOBIERNO debería imponer sentido común a la política nacional, derogar las leyes sectarias, y aprobar una Ley Universal de la Lengua Española, obligatoria a nivel nacional. También habilitar un Ministerio de la Vivienda dedicado a solventar el gravísimo problema de la falta de ‘soluciones habitacionales’ que, tras seis años de yugo sanchista, ha empeorado. También debería de ayudar a fomentar la inmigración legal mientras se combate por todos los medios la ilegal junto a sus sicarios comisionistas. También el Estado debería recuperar competencias básicas para su vertebración natural como son Educación, Sanidad y Justicia. Y asimismo deberían retrocederse los chantajes nacionalistas aprobando una nueva Ley Electoral donde se hiciera efectiva la norma de «un hombre, un voto» con el fin de poner a cada uno en su sitio: unos al Congreso y otros a Waterloo.
Más. A nivel regional sería positiva la entrada de Vox en el gobierno balear una vez el PP defina si desea bilingüismo real (como afirmaba Marga Durán «hace cuatro días») o no, o si desea o no seguir financiando a las organizaciones separatistas con tanto fervor… o si quiere convertir una Ley parcial y partidista en una Ley de Reconciliación donde todos, t-o-d-o-s, se sientan respetados.
A nivel de Menorca desearía particularmente que se acabase la discriminación de los topónimos históricos y que se normalizara en las administraciones y en los medios el uso de nuestra forma lingüística menorquina, ya sin complejos frente al colonialismo catalanista. También que se acabe la interminable carretera andina para poder ya comenzar las futuras obras del necesario desdoblamiento. También sería deseable que los ayuntamientos facilitasen las obras en lugar de obstruirlas. También que se entendiera que los médicos no son filólogos, que los ‘consellers’ no deben de viajar cuando se vota o que los adornos navideños horrorosos que imponen ayuntamientos enemigos de la estética (como esos ‘somiers colgantes’ de Sant Ciment ) tuvieran consecuencias penales.
Quedamos también a la espera de que nos expliquen qué tipo de emoción debe sentir un menorquín cuando escuche el llamado Cant de La Sibil·la, esa cosa mallorquina tan aburrida que la autonomía, siempre necesitada de crear nuevas identidades para autojustificarse, pretende esparcir por todas las demás islas como novedosa reafirmación localista. El tema se asemeja al delirio colonialista de los ‘llumets’ navideños y otras tonterías semejantes importadas por pura necesidad de solidificar una identidad no existente en las mentes de la mayoría de los baleares (y en este caso, de los menorquines). También, y ya inquietos, continuamos a la espera de que este próximo año el GOB nos desvele el misterio de sus declarados 1.625 afiliados cuando a sus asambleas no asisten más de 20 personas. Pregunta natural: ¿dónde están los 1605 desaparecidos?
En Ciutadella deberán vigilar las obras del nuevo parking porque en cuanto abran zanjas Patrimonio les parará las obras por los restos que se encontrarán. ¡I ja la ballarem!
En cuanto a la ciudad ‘hermosa y galante’ deseamos que nadie enferme por culpa de la falta de diligencia del Ayuntamiento que al parecer no sabe lograr la higiene del agua supuestamente potable. También esperamos que una luz ciegue a un nuevo San Pablo para que se caiga del caballo y elimine ya el ‘cubo a cubo’ junto a la plaga de ratas que ha procreado. Finalmente deseamos que Mahón, ciudad sin relato visual, cree un circuito de monumentos referidos a su historia: Magón, 1535, Richard Kane, Port-Mahón, Salsa Mahonesa, Construcción de barcos, primera electricidad, Tejido azul Mahón, Bisutería, Mahón-Menorca... y así.
Nota: Este escrito está redactado el día 28 de diciembre. ¡Feliz y utópico Año Nuevo!