Existe una relación de semejanza, por extraña que parezca, entre los políticos que están en la oposición de cualquier institución de este país y los entrenadores de fútbol que se encuentran puntualmente sin equipo.
Cuando el técnico no entrena y expresa opiniones como si de un aficionado más se tratara, estas son plenamente coincidentes con las de la mayoría de los aficionados. Es sencillo advertir si un equipo juega mal o bien y si merece o no el triunfo. Ahí no hay discrepancias pero estas sí aparecen cuando ese entrenador está en activo. Su percepción de la realidad cambia y para él, tanto seguidores en general como periodistas, no saben de fútbol porque carecen de conocimientos suficientes para interpretar una derrota.
Es lo mismo que sucede con el concejal, conseller, o diputado balear o nacional de turno si no gobierna. Se opone entonces con críticas feroces a las subidas salariales que, normalmente, todos los que llegan a tomar la vara de mando se autoadjudican al inicio del mandato o durante su desarrollo.
La valoración en ese momento es igual a la que hace el ciudadano que considera inmorales aumentos tan alejados de los porcentajes mínimos que se aplican a la mayoría de trabajadores. Así sucede, por ejemplo, en el Ayuntamiento de Sant Lluís cuyo equipo de gobierno se va a imponer de una tacada un incremento del 22 por ciento, salvo la alcaldesa porque ella ya lo hizo en un 17 cuando accedió al cargo.
Tamaña subida genera un previsible rechazo entre vecinos y oposición por más que se apele a una necesaria «actualización» de las remuneraciones que el propio PP se bajó en época de crisis, cuando gobernaba entre 2011 y 2015 y topó con una deuda considerable en las arcas municipales. Es cierto, ¿pero cuántos trabajadores sufrieron un recorte brutal de sus sueldos en las últimas recesiones de este siglo que no han recuperado?
En todo caso, esos mismos políticos que ahora cuestionan tan generoso incremento desde la bancada que no gobierna, cuando vuelvan a tocar moqueta harán lo mismo porque lo verán de otro modo, como les sucede a los técnicos de fútbol.