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La política balear –y esta última semana dará para un tratado– parece estar marcada por una oleada revolucionaria: la de los antisistema. De un lado, un grupo (Vox) y, de otro, un Govern que necesita al otro grupo para mantenerse y en consecuencia tiene que aceptar sus reglas de juego aunque le incomode. Hace un año aproximadamente el portavoz de ese Govern, el también conseller de Presupuestos, Antoni Costa, dejó una frase para la historia: «Pensaba que teníamos un pacto». Fue cuando se enteró de que Vox no iba a votar a favor de su techo de gasto si no conseguía contrapartidas. Aquello pasó pero, desde entonces, la política balear –casi siempre con Costa en el centro de todas las negociaciones– ha sido una sucesión de imprevistos que el pasado martes vivió su día grande en el Parlament durante la convalidación del decreto de simplificación administrativa que salió de esa sesión convertido en una ley que precisará de dos nuevos decretos para su entrada en vigor definitiva.   

Ilustración: Zaca

Cuentan que Antoni Costa puso mucho empeño en ocuparse de esa ley y también ha sido el responsable de las negociaciones. La historia de esa norma, que modificaba medio centenar de leyes, hubiera sido otra sin la DANA que asoló la comunidad valenciana. Entre las modificaciones previstas, estaba la referida a los suelos rústicos y urbanizables. Esa ley, además de permitir construir en inundables legalizaba casas fuera de ordenación, las famosas casas en rústico que definen Mallorca. Se trataba de eliminar trabas y despejar caminos. De alguna manera, el Govern del PP separaba el grano de la paja, eliminaba burocracia y agilizaba procesos. Ese decreto iba a ser solo el primero, uno por año, hasta alcanzar el objetivo. Moisés separando las aguas del Mar Rojo y, siguiendo con las metáforas, descubriendo que todavía queda espacio susceptible de construir o consolidar.

Pero lo más sorprendente estaba por llegar: una señal de voto equivocada también convirtió esa ley en la puerta al paraíso soñado por Vox. A «sus sueños más húmedos» ha dicho esta semana el ecosoberanista Apesteguia.  Balears será la primera comunidad  donde Vox habrá metido la mitad de sus propuestas en una ley, aunque es posible que solo sobre el papel del BOIB y en la misma página que incluirá la norma derogatoria. Esta ha sido la semana de los antisistema, la que ha dejado en nada la proclama de mayo del 68: «bajo los adoquines, la playa».