Directo al grano: Joe Biden debió ser uno de los hombres más felices del mundo el pasado miércoles dia 6 de noviembre cuando se conocieron los resultados de las elecciones norteamericanas. El varapalo tintado de humillación sufrido por ¡Qué-Ma-La! le debió servir como reparación espiritual e íntima satisfacción después del ‘coup’ interno que le destituyó de la cabecera de los demócratas. Así lo expresaba su rostro feliz cuando compareció ante la prensa para considerar aquellos resultados. Incluso parecía 10 años más joven mientras el brillo de sus ojos reflejaba la dulce sonrisa de la venganza, esa que siempre se sirve fría. Biden se mostró como una nueva Gioconda, pero esta vez sin misterios interpretativos. Todo estaba demasiado claro.
Kamala Harris, ‘una especie de Yolanda Díaz pero con estudios’ (Savater), también quiso dividir su país en sectas separándolas por muros. Igualito, igualito que hace aquí el ‘wokista’, y acaso delincuente, de La Moncloa (el de los horribles pantalones pitillo para más señas), ese que retardó la ayuda a los valencianos por miserable cálculo político. En sus mítines Harris se dirigía al colectivo de los negros, a las mujeres, a los/las/les desiguales sexuales, trataba aburridos temas woke que solo importan a las élites de izquierdas pero a nadie más, etc. Y claro, se alejó de los problemas comunes que de verdad interesan a la gente: la economía, la inflación, la voluntad de seguir sintiéndose norteamericanos, al genuino ‘american way of life’, a cambiar la inmigración ilegal por la legal, a remarcar los valores de la familia, la tradición, el esfuerzo, la competencia, etc.
Mi cuñado norteamericano me recordó que los Estados Unidos no son solo los progres libérrimos y millonarios de Nueva York o California, sino también, y mayoritariamente, los trabajadores que viven en los estados ‘donde los puentes de Madison’, que es donde se conservan las raíces y valores de los pioneros que fundaron el país. Apréndase: los Estados Unidos son un país muy conservador y muy patriota. Pero ¿es que no han visto las películas de Clint Eastwood?
Los periodistas europeos destacados allí para seguir las peripecias de las elecciones escribieron unas crónicas mayoritariamente penosas por falsas y plastificadas. Alojados en hoteles de lujo de Nueva York y otras grandes ciudades, y sorbiendo exitosos vasos de bourbon y whisky, solo percibieron lo que se movía en sus alrededores enmoquetados. Sabían que eso agradaría a quienes pagan sus sueldos pero no lograron transmitir el pálpito del gran país que son los Estados Unidos. Demasiados cubitos de hielo. Por eso fallaron sus crónicas, sus pronósticos y sus encuestas. La mayor parte de los medios y agencias informativas son de izquierda y retransmiten distorsionadas sensaciones de izquierdas. Y cuando se enfrentan con una realidad liberal/conservadora no la entienden ni les cuadra; solo se molestan y yerran al confundir deseos con realidad.
El golpe político sufrido por Biden de la mano de la Harris, los Obama, los Clinton y similares ha recordado la traición que sufrió Julio Cesar cuando su propio hijo le apuñaló dando pie a la famosa frase, bien instalada en la historia, de «¿Tú también, hijo mío?» que ahora mutó en «¿Tú también, vicepresidenta mía?». ‘Pues eso’, como diría quien sabemos. Vale pues. Ya tenemos otro apuñalado más.
Estos días todos los medios progres españoles están histéricos, solo hay que escuchar las tertulias y leer los artículos de gentes desesperadas y desnortadas porque simplemente no supieron ver la realidad y creyeron en una ficción. Quienes ni nos alegramos ni lamentamos especialmente el resultado de estas elecciones quedamos a la espera de ver qué hace Trump con tanto poder. Recordemos que el nuevo presidente es solo un comerciante y por lo tanto se comportará como tal. Ya lo hizo la vez anterior al cambiar guerras por acuerdos entre países. Quizás el anunciado ‘Apocalipsis, now’ no sea para tanto. Igual el mundo cambia para bien. Entretanto al menos tenemos a Biden contento.
Notas:
1- Imborrable Memoria Histórica: la huida del cobarde en Paiporta.
2- Mientras, los Reyes consolidaron la Monarquía. ‘Con un par….’
3- Vivimos el dogmatismo climático en su máximo apogeo.
4- ¡Qué tiempos aquellos en los que solo había un tonto en cada pueblo! (dicho popular).
5- Caso Abalos: será inevitable que también imputen al nº 1.
6- Aseguran que la mujer de Biden vistió de rojo cuando votó... en claro apoyo a los republicanos. Pudo ser.
7- Igual la victoria de Trump hace espabilar a Europa. Ya sería hora.
8- Apoyo a Minura Hotels y al mantenimiento del Splash de Biniancolla. Una obra que se merece un premio al sentido común por rentabilizar un terreno inerme y convertirlo en productor de impuestos en beneficio de la Isla.