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El vicepresident del Govern del Govern, Antoni Costa, ha aprendido la lección. Este año no habrá sustos en el pleno de Presupuestos. La sesión del año pasado fue agónica y hasta la mañana de inicio del debate no se supo con certeza si las cuentas saldrían adelante. Se aprobaron finalmente, pero a costa de que el PP diera la imagen de rendición absoluta ante Vox. Prohens necesitaba los Presupuestos y pagó un precio muy alto, no tanto por el contenido de las enmiendas que tuvo que aceptar a Vox como por la percepción de sometimiento a sus socios. Lección aprendida. Este año parece que los Presupuestos llegarán al Parlament atados con Vox. Gabriel Le Senne sigue siendo el president del Parlament pese a que el PP tuvo la ocasión de echarle; Vox renuncia al inútil chiringuito de la oficina lingüística que iba a costar un dineral y el PP acepta otro chiringuito antiokupas que al menos saldrá más barato y es más probable que haga algo útil. Ese es el orden de los hechos, esas tres realidades se encadenan y confirman que PP y Vox tienen cerrado el acuerdo para apoyar los Presupuestos. En esta negociación, ha imperado aquella máxima de ‘no nos hagamos daño’.

A Antoni Costa le gusta decir que en estos Preupuestos no hay power points. Quiere decir que no aparecen proyectos que luego no se ejecutan, como el del tren a Llevant del Pacte. Tiene razón. No los hay, pero no es que no los haya pintado; es que no hay posibilidades de hacerlo porque las inversiones sufren un hachazo a pesar de que el Govern tendrá más dinero que el año pasado. Eso dinero, los casi 300 millones que crece el Presupuesto, se van casi íntegramente a pagar sueldos y no solo de médicos, como dice Costa.

No hay power points y son unos presupuestos continuistas. Con la reforma fiscal prácticamente cerrada, el Govern de Marga Prohens avanza en las políticas que inició el año pasado, si bien no se descarta que se incluyan algunas otras desgravaciones en el trámite parlamentario. Por eso, por esa continuidad, frente a lo que aparece en el presupuesto, es preciso prestar atención a lo que no aparece. Y lo que no aparece es la subida de la ecotasa. Lo lógico era incluirla en las cuentas, no esperar al decreto ley anunciado para febrero. Pero aprobar la subida de la ecotasa era la garantía de que no saldrían adelante: eso sí que no lo hubiera votado Vox. Ni siquiera a cambio de la continuidad de Le Senne.